Podría hacer un enlistando extenso de las razones por las que se molestó tras las palabras de Conrad. Si al menos fuesen consideradas válidas.
Estaba aturdido en medio de la calle. El sol empezó a ocultarse y las nubes grises se adueñaron del cielo. Un clima tormentoso como el montón de emociones que estaba sintiendo.Conrad no era tan cobarde como hacía verse, a veces tenía sus arranques de héroe, era algo que podía contarse fácilmente con los dedos de sus manos. A pesar de ello, no estaba acostumbrado a que le llevara la contraria y menos si habían estipulado un acuerdo antes. Y sobre todo… ¿¡Reírse en su cara!? Se le estaban pegando los malos hábitos de Sejanus Plinth.
Coriolanus no dudaba de la capacidad de Reaper para ganar los juegos del hambre, dudaba de su capacidad para ganarse patrocinadores, y peor aún es que no podía tener control sobre él. Reaper era más brusco e independiente de lo que imaginó, en su interior pensó que un aire deprimente de los juegos le haría ceder a su manipulación, al menos por algo de comida. Pero ese hombre enorme estaba decidido a llevarle la contraria, a él y al Capitolio. Todo estaba jugando en su contra. Un tributo insoportable, un "amigo" igual de insoportable y un hermano estúpido que cedía por un poco de atención de ese pájaro de colores.
Mientras vio su figura alejarse, Coriolanus clavó una idea en su mente. Lo que sea que esa chica arcoíris le estuviera diciendo a su hermano, funcionaba. ¡Claro! Lo estaban manipulando y el pobre no tenía idea. Sonrió orgulloso por ese descubrimiento, no permitiría que utilicen así a su hermano y mucho menos que eso le arrebate la victoria.
Cuando llegaron a casa, Coriolanus se encerró en la habitación, sin permitirle el paso a Conrad. Se recostó y empezó a maldecir el nombre del pájaro arcoíris en su mente. Detestaba su existencia. Desde el momento en que hizo un escándalo en su cosecha debió saber que sería un problema. Iba a alejarla de su hermano, sin importar que para ello deba enterrar su cuerpo él mismo.
Conrad suspiró entristecido, tomó la manija de la puerta, sin hacer ningún otro movimiento. Se sintió arrepentido por sus palabras al ver la reacción de Coryo, pero no pensaba cambiar su decisión. Lucy Gray es una buena persona, no podía dudarlo. Su vida es tan preciado como la de cualquier chico en esa jaula de monos. Y cuando vio ese brillo en sus ojos o sonreírle a los niños, supo que era especial. Nunca dudó de su victoria, ella podría dar pelea hasta el final, pero el acuerdo con su hermano le había nublado las posibilidades.
Con pasos lentos se acercó hasta el comedor, la Abuelatriz estaba dormida y Tigris probablemente estaba ocupada en su habitación. Se sentó sumergido por la culpa, la voz en su cabeza (que tenía la voz de Coryo) lo estaba insultando. Llamándolo egoísta, desagradecido, imbécil, entre otras cosas. Sintió una punzada en el corazón y sus ojos picaron, soltó un jadeo de furia. Era demasiado sentimental y siempre, ante cualquier situación, lloriqueaba. Entendía por qué se burlaban de él cuando era niño, era débil.
Se limpió los ojos y soltó una risa amarga, recargándose sobre la mesa. Escuchó unos pasos detrás de él y giró su cabeza a gran velocidad con un toque de esperanza. Sus hombros cayeron con decepción al ver que se trataba de Tigris.
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𝐒𝐍𝐎𝐖 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐀𝐂𝐇 ❆ THG: the ballad of songbirds and snakes
Fanfiction❆ Conrad Snow siempre ha sido opacado por el ingenio y carisma de su hermano mellizo. En su interior, desea ser más que la copia de Coriolanus Snow; quiere tener un propósito y una voz propia. Cuando Lucy Gray aparece en su vida, despierta en él una...