❆ 010. Los décimos juegos ❆

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Conrad miró el cielo estrellado mientras caminaban hacia el trolebús

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Conrad miró el cielo estrellado mientras caminaban hacia el trolebús. Suspiró, las estrellas le recordaban a Lucy Gray. Había una junto a la luna, la más radiante de todas, esa era ella. Y él, podía ser la luna. Tan lejos y tan cerca.

Su rostro sonrojado estaba iluminado por la tenue luz del cielo y los faroles en la calle. Miró las espaldas de Tigris y Snow que caminaban en frente de él. Dudó un segundo, mordió sus labios y sus pasos se detuvieron. Ellos no lo notaron, tenían los brazos entrelazados y hablaban en un tono medio alto, entonces caminó de reversa unos metros temiendo que lo escucharan alejarse. Se dio la vuelta y corrió hasta el zoológico. Estaba a una distancia un tanto larga, pero sentía que valdría la pena. Los agentes de la paz custodiaban la entrada, pero cuando lo vieron tenían una expresión contenta.

—¿Eres el mentor de la chica del 12, cierto?

Él asintió algo tímido. Era extraño escucharlos hablar sin ese tono de autoridad o sentirse juzgados por sus miradas serias. Entre risas, los agentes le permitieron el paso pero advirtieron que solo tenía unos minutos.
La luz de la luna no le permitía ver con claridad. La jaula se veía escalofriante. Se acercó a los barrotes y susurró el nombre de Lucy Gray, esperando encontrarla. Vio una sombra acercarse y entrecerró los ojos, se alejó por inercia pero al reconocer los ojos de Lucy Gray volvió a acercarse, tal vez demasiado.

—Lamento no haberte dicho nada hace rato, estaba aturdido… tengo pánico escénico—rio suavemente para aligerar la tensión, empezaba a tartamudear—. Pero estuviste fantástica, fue una canción hermosa… bueno, era triste, pero… entiendes mi punto.

Se sentía nervioso, de cerca podía ver su sonrisa y el destello de esperanza en sus ojos. Tragó saliva y se alejó un poco. No quería invadir su espacio personal, no lo veía correcto.

—Tú también estuviste fantástico, tienes un talento natural con la flauta y gracias otra vez por no dejarme sola en eso—suspiró y se lamió los labios—. Si muero en los juegos… al menos mi último recuerdo será cuando tocamos juntos.

Su corazón se aplastó una y otra, repitiendo las palabras en su cabeza. En su memoria apareció la imagen de Lucy Gray tendida en el suelo, sin vida, y sus ojos empezaron a lagrimear. Negó frenéticamente y sus manos le tomaron el rostro con firmeza.

—No vas a morir, conseguiste muchas donaciones, eso debe servir—la desesperación era palpable en su voz—. Vas a ganar, te lo prometo. Cuando escuches la campana, corre, corre todo lo que puedas y desaparece. Escóndete hasta que los demás se maten entre sí. Nunca creí decir algo como esto, pero no me importa nadie que no seas tú y quiero que sobrevivas.

—Sé que insistí en que podría hacerlo, pero… estaba pensando cómo sería estar en la arena—su vista se clavó en la nada y su voz empezó a apagarse—. Durante el día aún siento esperanzas, pero cuando oscurece solo puedo sentir miedo—parpadeó un par de veces para evitar llorar, pero sus mejillas comenzaron a inundarse—. No quiero morir.

𝐒𝐍𝐎𝐖 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐀𝐂𝐇  ❆ THG: the ballad of songbirds and snakesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora