10. Pánico. ❣️

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Antes de abrir los ojos para darle la bienvenida a un nuevo día, mi mente ya está atormentando mi existencia.

A este ritmo terminaré en un manicomio.

Abro los ojos desganada, quisiera que las noches sean más duraderas, o por lo menos tener la capacidad para dormir tres días seguidos.

La habitación está bien iluminada por la luz del sol, dejando ver claramente los tonos oscuros que predominan por todo el lugar.

Me aferro a las sábanas y respiro profundamente, inhalando un delicioso aroma varonil. ¡Dios, que rico huele!.

¡¿Qué, qué?!

Siento que casi me da un infarto al caer en cuenta de la situación en la que me encuentro.

Mi habitación está decorada con colores claros, y para nada tiene olores masculinos.

Me incorporo tan rápido que mi cabeza se desvanece provocándome un ligero mareo.

Lo ignoro como puedo y trato de enfocar mi vista, para examinar mejor la situación.

¡Todo aquí grita hombre!.

Mi boca se seca y las manos me tiemblan ligeramente.

Miro mi cuerpo debajo de la sábana y esta vez se detiene mi respiración, y puede que hasta los latidos de mi corazón al notar que solo llevo una camisa puesta junto a un boxer masculino, prendas que obviamente no son mías, más claramente del dueño de la habitación.

Quizás es el pánico del momento, pero ahora mismo mi mente está en blanco, creo que he olvidado hasta mi nombre.

Una puerta es abierta y es justo cuando creo que perdí todo el color de mi cuerpo. ¿Quién... podría ser?.

Me aterra no tener ni idea de quién entrará por esa maldita puerta.

Jared.

Él es quien entra con una bandeja en las manos, y con solo verlo mi memoria hace acto de presencia.

Recuerdo todo, absolutamente todo. Y aunque me siento aliviada de saber que no cometí una estupidez, también estoy terriblemente avergonzada por como me comporté anoche.

Creo que llené su camisa de lágrimas y mocos.

Trágame tierra.

-¿Estás bien? - se acerca a mi de manera apresurada, y coloca la bandeja a un lado - ¿Cómo te sientes? - coloca una mano en mi frente dejándome un poco descolocada.

Eidel, ¿Qué está pasando, hay algo que no hayas recordado?

Pregunto a mi subconciente, creo que cometí algún tipo de error inconscientemente.

-¿Eidel? - llama mi nombre, levanto una ceja en respuesta y él me mira confundido - al abrir la puerta estabas blanca como papel, y en solo segundos te pusiste roja como tómate. Eso no es normal - asi que sí.

- Me gustan los arcoiris - digo la primera idiotez que me llega a la mente, alguien traiga la camisa de fuerza por favor, encerrarme en el manicomio no será suficiente - amm..¿Y esto? - pregunto señalando la bandeja cargada de comida como una excusa para desviar la atención.

Su cara de confusión se sustituye por una alegre al momento de fijarse en la bandeja.

- Es tu desayuno, supuse que tendrías hambre al despertar - me mira fijamente, con una amplia sonrisa aún plasmada en toda su cara - te gusta la comida así que preparé algunas variedades, y como comes mucho - se encoje de hombros.

¿Me trajo el desayuno a la cama?

Pero...

Con esto se desayunarían dos personas y quedarían perfectamente saciados.

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