Pasado

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El domingo por la mañana, Anna se levantó, no muy temprano, y decidió pasar el día en la tranquilidad de su casa. Afuera llovía fuertemente, y aún le quedaba pendiente avanzar en un caso sobre el secuestro de una mujer de 28 años, que llevaban días investigando y del cual no podía descubrir ni el motivo ni el perfil del criminal.

Preparó un café y, junto con la carpeta de información del caso, se sentó junto a la ventana, mirando la lluvia caer mientras se sumía en sus pensamientos. De repente, un recuerdo regresó con fuerza a su mente, un recuerdo que había aprendido a dominar, pero que aún la golpeaba fuertemente en algunas ocasiones.

Los golpes, abusos y gritos eran tan vívidos como en aquel momento. Matt, su novio en aquel entonces, cuando ella apenas ingresaba a la universidad, un chico solo dos años mayor, alto, fuerte, atlético, dueño de una gran simpatía y muy atento y cariñoso con ella. Anna estaba tan enamorada de él que pasó por alto las señales obvias de su comportamiento: celos desmedidos, control permanente y repentinos enojos que siempre terminaban en disculpas sinceras. Para evitar que él se enojara, Anna terminó alejándose de su familia y amigos con la excusa de estar abocada a su carrera. La relación no pasaba de besos intensos y algunas caricias provocativas. Matt quería llegar a algo más, pero Anna no estaba lista, y cada vez que el tema surgía, Matt terminaba enfadado o se iba, dejándola sola.

Un jueves por la tarde, al salir temprano de clases, Anna decidió buscar a Matt, pero al acercarse a su casa, presenció una escena impactante: Matt besándose apasionadamente con otra mujer rubia. Anna quedó paralizada, observando la escena sin reaccionar, hasta que las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Optó por dar media vuelta y salir corriendo, limpiando con sus manos el rastro de lágrimas. En su habitación, apagó su celular, las luces y se tumbó en la cama, llorando hasta quedarse dormida.

 Al despertar al día siguiente, tenía un fuerte dolor de cabeza y los ojos hinchados. Recordó que tenía una clase poco importante, pero decidió no asistir y quedarse sola. Al encender su celular, vio múltiples llamadas y mensajes de Matt, así como de sus hermanos, su padre y amigos, Marie y Kevin. Decidió apagar el teléfono de nuevo, desayunar algo y volver a la cama, sin saber que sus problemas apenas estaban por comenzar.

Más tarde, después de terminar de ducharse, escuchó el timbre sonar insistentemente y golpes fuertes en la puerta. Los gritos de Matt resonaban, pidiendo que abriera la puerta o amenazaba con derribarla. Anna suspiró fuertemente y decidió enfrentar la situación; sería mejor antes que después. Matt entró enfurecido, con una mirada que estremeció a Anna de miedo, algo que nunca antes había visto. Empezó a gritarle preguntas sobre con quién había estado desde ayer y la insultó. Al ver que ella solo miraba asustada, la agarró fuertemente del brazo y la increpó aún más. Anna le pidió tranquilamente que se sentara a hablar y le rogó que no la buscara más, informándole que lo había visto el día anterior. Matt tuvo diversas reacciones: primero negó que fuera lo que parecía, luego profirió arrepentimientos y finalmente terminó arrodillado frente a ella, llorando y suplicando perdón.

Pero si algo caracterizaba a Anna, era que antes de tomar una decisión, se tomaba su tiempo. Una vez que estaba concebida, no había marcha atrás, y él lo sabía. Después de un par de horas sin lograr que ella cambiara de opinión y tras pedirle que se marchara en repetidas ocasiones, Matt trató de mantener la compostura e irse. Sin embargo, al punto de cerrar la puerta, le advirtió que esto no quedaría así; ella no lo dejaría. Al día siguiente, mientras se disponía a salir hacia la universidad, al abrir la puerta, sintió que la empujaron con fuerza hacia adentro, haciendo que cayera.  Al levantar la vista, vio a Matt cerrando fuertemente la puerta. Luego, él giró y la tomó bruscamente del cabello, levantándola y comenzó a golpearla en el rostro con su puño hasta que perdió la conciencia.

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