𝐈.

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Eran las 5:45 a.m y ya se podía oír el bullicioso parloteo de seis cansados muchachos, y es que tener que estudiar tan lejos de su propia ciudad resultaba un martirio. Es decir, aún teniendo que madrugar, el tiempo aproximado de viaje para llegar a su destino era de 3 horas en auto.

El peliazul que eligió el asiento de copiloto iba cabeceando, la noche anterior no había dormido lo suficiente por estar viendo vídeos de cuestionable origen en páginas que no debían estar en el historial de búsqueda de un joven de 17 años.

La adolescencia era la peor etapa del crecimiento, sus hormonas parecían estar alteradas todo el tiempo y, por ende, su cuerpo no cooperaba con él.

- Heeseung, no te duermas. -una voz grave y un tanto autoritaria alejó al peliazul de sus pensamientos.

- Pero faltan tres horas, no necesito estar despierto durante el viaje. -razonó, acomodándose de mejor manera en el incómodo asiento.

Escuchó un bufido por parte de Jay, aunque sospechaba que también se dormiría en unos minutos. Bostezó una última vez antes de ceder al cansancio.

Una persona se movía con delicadeza encima suyo, en una danza majestuosa que permitía al peliazul contemplar detalladamente la unión de sus cuerpos en cada brinquito proporcionado por la misteriosa entidad. El inexperto adolescente sólo podía quedarse quieto en su lugar, disfrutando de la húmeda y agradable sensación, pero quería conocer a su acompañante cuanto antes. Así que dirigió su mirada hacia arriba, encontrándose con la nada misma. Nada, absolutamente nada.

Heeseung despertó inquieto y agitado, queriendo golpear todo a su alrededor a causa de la frustración. Era la quinta vez que soñaba algo tan explícito, pero nunca podía ver o reconocer a su acompañante, su único foco siempre se reducía a una vagina y a su propio pene siendo un entusiasmado protagonista. Quizá porque en realidad nunca había tenido una experiencia sexual y en los vídeos que frecuentaba no solían hacer mucho énfasis en detalles.

Qué virgen.

Extendió los brazos intentando quitar la pereza de su cuerpo, ignorando a su vez la erección que se escondía bajo la manta con la que cubría su cuerpo siempre que viajaba. No tenía planeado tocarse en frente del papá de Jungwon, cuan aterrador sería eso.

Miró a su alrededor para saber dónde se encontraban, dando con la grata sorpresa de que reconocía la entrada de ese lugar, habían llegado al internado. Ah, el tiempo pasaba volando gracias a las siestas.

- Chicos, despierten ya, deben bajarse. ¡Vamos, vamos! -la voz del señor Yang resonó con cierta fuerza en el vehículo.

Entre quejas y murmullos los demás chicos comenzaron a moverse, deslizándose perezosamente fuera del auto, sus cuerpos hacían torpes reverencias a quien se había tomado las molestias de transporarles tan lejos.

El camino hacia el interior del establecimiento fue tedioso, por todas partes habían alumnos arrastrando sus maletas y haciendo escándalos dramáticos al despedirse de sus familias. Patético. El grupo de amigos se mostraba indiferente, ellos llevaban ahí varios años y ya se sentía como un hogar, ya eran una familia básicamente.

- ¿Creen que este año llegará alguna profesora? -habló de pronto Jake, queriendo romper el silencio que se había formado.

- Lo dudo, dicen que la última vez que una profesora estuvo aquí fue terrible, para ella al menos. -Jay explicaba con cierta experiencia en sus palabras, pues aquel chisme había pasado de generación en generación.- Incluso algunos chicos la seguían al baño.

童女ᅠ:⠀   𝗪𝗘 𝗡𝗘𝗘𝗗 𝗔 𝗚𝗜𝗥𝗟?   %    ( SUNOOHAREM )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora