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Se removía en su cama como le era posible, mientras suspiraba y apretaba los dedos de sus pequeños pies. Aferrandose a las sábanas blancas que adornaban su cómoda cama.

Pesadillas, hacía tiempo no tenía una, y estaba tan feliz de no tenerlas hasta que nuevamente... tuvo una.

Cada vez que esos recuerdos se le pasaban por la cabeza era inútil borrarlos, por más que siguiera limpiando su cabeza con todos los tratamientos, simplemente el pasado no lo soltaba, él siempre quiso dejar eso atrás, pero era imposible.

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Recibió un golpe, luego otro y otro... y así sucesivamente.

La mujer ya estaba completamente sangrando, con moretones, lastimaduras y raspaduras en todo sus brazos debido a que intentaba evitar los golpes pero no era posible, igualmente terminaba herida.
Fue jalada del cabello y estrellada contra la mesa, estaba llorando pero no era capaz de decir una sola palabra del terror.

Inko Midoriya, una mujer atractiva y hermosa, su quirk era la belleza, sofocando a todos por su rostro y cuerpo de ángel. Ahora mismo, ella hubiera tenido un futuro comprometedor, lleno de riquezas y reconocimiento.
Pero lamentablemente su vida no era una fantasía, fue comprometida a la fuerza por sus padres con quién ahora era el padre de su hijo Izuku, quien no quiso ponerle su apellido, un hombre maltratador y con carácter fuerte. Hombre que solo se aprovecha de ella por tener solo 20 años.

—¡Papá, detente, por favor, deja a mamá en paz! —gritó asustado el infante de 4 años, aferrando su mano al firme brazo de su padre.

—¡Tú no te metas, maldito quirkless¡ —le dio una patada en su pequeño estómago.

—¡N-no! ¡n-no l-lastimes a Izuku, por favor! —gritó aterrada, viendo a su hijo comenzar a llorar del dolor.

Lágrimas volvieron a salir de sus femeninos y verdosos ojos, el mayor la soltó del cabello y le piso la espalda.

Si te preguntan, ya sabes bien lo que tienes que decir. ¿Escuchaste?

A duras penas asintió, se levantó lo más rápido que podía y comenzó a cargar al infante, este estaba brotando un poco de sangre por su boca, estaba paranoica, no quería que algo malo le pasase. Sus lágrimas esta vez se derramaron por la lástima que sentía por su pequeño, lo alzó y a pasos tambaleantes comenzó a subir las escaleras, yendo al cuarto del pecoso para atenderlo.

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Mamá... duele... no quiero que papá te golpee... por favor... no me gusta... tu lloras... —aferró a su pecho en un abrazo, Inko lo abrazaba con fuerza, ella también se había puesto vendas-, él te lastima...

Izuku... no tienes que preocuparte por mi —beso suavemente su frente.

El sol seguía en lo alto del cielo, apenas y eran las 10:42am.

P-pero mami... ¿es culpa mía que te golpee? —la miró a los ojos—, perdoname... n-no quise nacer quirkless...

¡No, no, no! —negó rápidamente nerviosa—, tu no tienes la culpa de nada, absolutamente nada, tu padre simplemente... no tuvo una buena mañana...

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