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| Perdón |

Luego del inconveniente en el centro comercial cada uno regreso a su cuarto, Izuku tuvo que rogar por el alta en el hospital por la herida en su cadera, a duras penas se lo dieron.

El sonido de sus pies descalzos era lo único que se escuchaba por los pasillos de los dormitorios. La luz de la luna podía asomarse por las ventanas de la academia, el sonido de la pequeña llovizna que se formó era reconfortante de cierta forma para él, siempre le traía calma las noches lluviosas.

Eran perfectas para él.

Toco gentilmente la puerta, dudando si recibiría respuesta o no ya que era tarde, pero debía verlo, necesitaba escucharlo.

— Bakugou-kun, hola... —saludó cuando la puerta se abrió. Mostrando al cenizo en pijama y con una mirada un tanto sorprendida por su presencia. — Lamento no haber venido más temprano, yo...

— Escuché lo que sucedió —articuló mirándolo a los ojos.

— ¿Puedo pasar? —cuchicheó nervioso.

No recibió respuesta, pero cuando el más alto se dio la vuelta y dejo la puerta abierta; fue una señal de que si podía adentrarse al cuarto ajeno.
Solto un pequeño suspiro para luego parpadear dos veces, pasando saliva cuando se adentro al lugar.

•°•|•°•

— Pensé que no vendrías —aclaró el de ojos rubíes, tomando asiento en su cama.

— Si, yo tampoco pensé que vendría... —lentamente tomo asiento a su lado. — ¿Cómo... cómo has estado?

— Bien... Supongo.

Maldición. Odiaba la incomodidad que se podía notar en ese momento.
Midoriya dirigió su vista a sus pies, algo que siempre odio era la incomodidad, nunca le agrado y siempre será su mayor enemigo.

La llovizna seguía escuchándose a las afueras del cuarto, ninguno decía ni una sola palabra, quizás por el miedo de hacer esto más incómodo o simplemente por no tener las palabras exactas para decir algo.

— ¿Por qué me citaste aquí? —se atrevió a preguntar el pecoso.

El contrario guardó silencio, recobrando su postura para apoyarse en la pared de la cama, sin mirarlo, mordiendo un poco sus labios.

— Quería disculparme.

— Bakugou-kun, yo--

— Solo escúchame, maldición —le interrumpió. — No espero que me comprendas, solo intenta no insultarme.

Se puso de pie y se acercó a su mueble, dónde comenzó a remover unas cosas para luego sacar una carta. Volvió al pecoso para entregársela, Midoriya la acepto confundido, viéndola para comenzar a abrirla.

— Toma tu tiempo. Nunca fui bueno con las palabras, espero con esto si puedas entenderme.

El de ojos verdes solo alzo levemente las cejas y comenzando a leer la hoja en ella. El cenizo no tuvo apuro en sentarse a su lado, viéndolo leer la carta.

“De: Katsuki Bakugou.
Para: Izuku Midoriya.

Hola, Deku.

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