CAPÍTULO 23: Un paseo

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Las leyendas del Sendero eran algo que Raquília solía escuchar muy a menudo de las bocas de los más antiguos insectos de Hallownest. Todas tenían diferentes conceptos, pero todas abarcaban un mismo tema: "La colosal voluntad de Unn", una diosa de las fértiles tierras con una voluntad que tal y como dice el nombre, sí ella lo quisiera, podría mover montañas enteras, separar valles, laderas, e incluso terremotos solamente moviéndose. Los viajeros de las historias solían describir a Unn como un ente gigante, de corazón puro y con intenciones beneficiosas para todos sus devotos. Madre de la vida, creadora de lo verde, madre de todos y madre de sí misma. Raquília sabía que no eran más que rumores de otra diosa más. Ella creía en una voluntad mayor, en una voluntad superior a Unn, un verdadero dios, no uno de los dioses que conocen todos. Su padre, su madre, Unn, Radiance...solo son seres con capacidades únicas, no dioses. Ella creía que algo tan simple como eso no podía ser un dios. ¿Y la verdad acerca del alma? ¿Y que hay después de la muerte? Ellos no lo saben, o por lo menos ella no contaba conque lo supiesen. "Todos son falsos dioses, todos ellos." eso era lo que pensaba Raquília mientras caminaba cargando el cuerpo de Quirrel por todo el Sendero.

Lo verde no estaba mal, lo raro era todo lo demás, tranquilidad, los piares de los pequeños insectos alados, la tranquilidad...que raro...cuanta paz, que suerte, que hermoso...era reconfortante el solo ver el ácido burbujear, la luz que ni siquiera ella sabía de donde provenía, pero le daba igual, era un lugar tranquilo, solitario y muy bello, como tiene que ser. Aire puro, después de tanto, al fin aire puro.

Llevaba bastante tiempo caminando, y se había encontrado a más caballeros corruptos. En verdad no fueron para tanto, pero tras la última oleada, todo en adelante era más pacífico, no encontraba ni a un solo insecto. ¿Suerte? Puede, pero no se iba a quejar. De lo que si se quería quejar era de su compañero, roncaba un montón, y eso la sacaba un poco de quicio, pero bueno, era lo que había.

Tras un buen rato, al fin había llegado a los Jardines de la reina. Atravesó el frondoso camino y de un momento a otro, se encontró con una estación de Ciervo, se sentó un momento para tomar notas de las nuevas mutaciones y se relajó. Miraba al techo aburrida,

-"¿Como estará Adriágolas? De seguro ya esta dándose el lote con aquella extraña araña que colgaba en el techo. Mira tu por donde, esa no me cae mal. Es decir, si, es una araña, pero es bueniña, y bueno, tiene un tono bastante agradable y dulce, no como la arañita de mierda, agh, no sé ni por qué la salvamos."-Pensó.—"...creo que voy a dar una vuelta, me lo puedo permitir."

Ella salió de la sala, no sin antes dejar tapado a Quirrel con el manto de camuflaje en un lugar que lo ocultase. Avanzó sin rumbo fijo absorta en sus pensamientos. Saltaba y avanzaba con gran agilidad, observando las flores, cambiando entre plataforma y plataforma rápidamente antes de que las mismas cediesen, e incluso se encontró un pequeña colina, por la cual se tiró rodando varias veces, todo para matar tiempo.

El paseo en sí no estuvo mal, pudo volver a ver la zona y ya de paso hacer ejercicio, pero estaba tan aburrida...sentarse en la hierba y ver todo pasar la hacia sentir que estaba perdiendo el tiempo, y ella odiaba eso. ¿Qué acaso no había nada interesante que hacer?, ¿nada?

-Mi-mo-weh.-Ese sonidito interrumpió sus pensamientos, miró a ambos lados y no vió nada.

-¡Maldita larva, ya verás cuando te coja!-exclamó una voz conocida.

En las manos de Raquília, aterrizó una larva, ambas se quedaron mirando mutuamente, la larva asustada, y Raquília...

-Es de verdad...¡ES UNA LARVITA DE VERDAD!- decía mientras acariciaba a la larva emocionada.

Todo iba bien hasta que algo aterrizó encima de Raquília, tumbandola.

-Agh...oh, la que faltaba.-Dijo entre dientes Raquília.

Hollow knight: Tears of void Donde viven las historias. Descúbrelo ahora