CAPÍTULO 31: La verdad

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A medida que la cochinilla avanzaba, Raquília alternaba su vista entre él y el suelo. No había experimentado algo como aquello nunca. Era extraño, parecía algo íntimo, especial...debería de investigar eso más adelante. Ahora tenía un problema más grande del que preocuparse, su madre.

El paso por aquel túnel finalmente llegó a su fin, y el aire se lleno de una presencia fantástica y mística como ninguna otra. Quirrel quedó asombrado, lo que parecían ser pequeñas motas de luz blanca, independientes de cualquier lógica brillaban con su agradable haz al rededor de lo que parecía ser una especie de cúpula envuelta en ramas del mismo color.

-¡Esto es...alucinante!-dijo Quirrel mientras trataba de tomar una de esas motas de luz con las manos.-Así que este es el refugio de tu madre. Se nota la paz en el ambiente.

Raquília solo gruñó en bajo.

-No hay nada de bueno en la morada de una cobarde.- dijo Raquília apartando abruptamente a Quirrel a un lado.

La joven observó fijamente la cúpula con cierto odio el cuál Quirrel pudo notar. Se acercó y posó su mano en el hombro de su compañera, para animarla.

-No te preocupes. Si necesitas que esté contigo, yo..-

No le dió tiempo de terminar cuando Raquília rechazó su gesto retirando su hombro de manera cortante y fría. Entonces, le entregó a Mimi de mala manera para inmediatamente después comenzar a caminar hacia la entrada del escondite.

-Espera aquí.-dijo.

-(Ni de coña)¡Raquilia!-exclamó Quirrel.

La misma hizo caso omiso, asi que Quirrel la volvió a detener de igual manera. Ésta vez, Raquília se dignó a mirarlo de reojo. Quirrel sabía que el rencor era abundante en su compañera en aquel preciso instante, más no dejaría que esta hiciese algo de lo cuál podría arrepentirse. Un solo cambio de miradas, eso fué todo. Raquília suspiró, y a parte, recordó lo que le dijo su hermano. Era cierto, debía ceñirse al plan. Ahora, de manera tranquila y respetuosa retiró la mano de su compañero de su hombro.

-Tch, idiota dramático...-Murmuró antes de volver a caminar hacia el escondite de su madre, ahora de vuelta en su lugar.

Quirrel se la quedó mirando mientras esta entraba. Estaba preocupado, pero tenía el presentimiento de que no necesitaría entrar ahí. Entonces, miró a la larva y se sentó en una piedra cercana para empezar a acariciarla.

-Esperemos que no la acabe liando, ¿eh, Mimi?-dijo mientras le acariciaba el lomo a la larva. La misma solo acurrucó en el colo de la cochinilla, restregandose felizmente.

Nada más entrar, el olor del ambiente le dió lejanos recuerdos a Raquília de lo que alguna vez fué su vida feliz; la sensación del caminar por los túneles subterráneos, el eco, la oscuridad opacada por la tenue luz de las ramas blancas...todo eso hacía del ambiente y de cada paso un momento perfecto para indagar en sus pensamientos.

Recordaba con gusto los momentos compartidos con su madre, y después, los que había vivido en el Vacío todo ese tiempo. Todo eso solo le dejaba incógnitas, incógnitas a ls cuales iba a dar respuesta de una u otra forma, pues al fin y al cabo, tenía la herramienta perfecta para hacerlo por las malas, y no, no era su arma.

Finalmente se paró en frente de la luz al final del túnel y suspiró. Tan solo por un instante, sintió el nerviosismo y la preocupación, pero al recordar las palabras de su hermano, se tranquilizó y finalmente dió un paso al frente, entrando a la sala en donde una voz a su izquierda de una gigantesca figura familiar la saludó con la dulzura mas agria.

-Hola,...hija mía.-dijo la Dama blanca.

Raquília se giró lentamente en la dirección del saludo, y ahí la vió. Su madre, atada de pies a cabeza y mirando al suelo. La miró por un rato, analizándola en una mirada cargada de molestia...pero aún más de pena.

Hollow knight: Tears of void Donde viven las historias. Descúbrelo ahora