Cuando la noche sea eterna

8

☾ Capítulo 8☽

"Una historia diferente"

Siempre se decía que los domingos eran para dedicar a la familia, para reunirse y compartir un día lleno de risas, diversión y, por supuesto, comer muy bien. Sin embargo, desde hace unos meses yo no podía disfrutar de ningún domingo por los problemas que había en casa y mucho menos de un delicioso plato al estar ajustados de dinero. Mi abuela materna sabía muy bien de la condición que atravesábamos todos los días y por esa razón casi siempre nos invitaba a pasar el día con ella, pero solo iban mis padres por varias cuestiones como, por ejemplo, no tener el suficiente dinero como para pagar seis boletos de autobús para ir y regresar a casa, y porque yo no me llevaba muy bien con mi amiga (era la principal razón por la cual evitaba visitarla).

Mi abuela siempre fue una mujer muy arrogante y una persona bastante asquerosa ya que le gustaba criticar la vida de otros. Un ejemplo claro era cómo hablaba sobre mi padre y sobre su ludopatía. En más de una ocasión discutí con ella por defender a mi papá, incluso llegué a pelear con mi madre porque decía que debía ignorar a mi abuela y hacer oídos sordos a palabras necias. No obstante, era difícil hacerlo cuando esa mujer se empeñaba en sacar lo peor de mí. Sabía que mi papá era capaz de mandar al diablo a su suegra y de no ir a su casa nunca más, pero aguantaba por el amor que le tenía a mi madre y eso lo volvía muy valiente.

Por mi parte, esperaba un domingo tranquilo, mis únicos quehaceres eran guardar mis cosas en cajas para la pronta mudanza, estudiar, comer un sándwich de queso y tomates, y crear nuevos cuadernos y empaquetarlos para tenerlos listos y venderlos. No obstante, mis planes fueron modificados por el señor y la señora Dianetti quienes necesitaban verme. Por supuesto no negué en ningún momento porque la cita significaba una cosa: la respuesta de si pasé o no la prueba de niñera. En cuanto recibí el llamado, la ansiedad se apoderó de mi mente y era tanta que apenas logré vestirme decentemente, por lo menos tenía los zapatos del mismo par, pero no podía decir lo mismo de las medias, aunque estas ni se veían al tener puesto un pantalón.

Llegué tan rápido como pude en la mansión, el señor Dianetti estaba junto al señor Monopoly asando carne en la parrilla. Ciro y Kia jugaban juntos con un equipo de karaokes. Del otro lado del patio se hallaba la señora Florencia arreglando su jardín y cerca de la piscina se encontraba Mika tomando sol bañado en protector solar. Al único que no veía era al hermano mayor y eran obvias sus razones, pronto lo encontraría y le preguntaría cómo se sentía después de aquella crisis que atravesó.

Ciro fue el primero que se dio cuenta de mi presencia, gritó al verme y corrió a saludarme. Allí sus padres se acercaron a mí y me invitaron a pasar a la mansión, lo hice, pero no sin antes saludar a la pequeña Kia y a Mika. Al ingresar mi pecho sintió una pequeña opresión cuando vi a Damiano sentado en el sillón rodeando su brazo a Alessia, ella parecía muy conforme a su lado, esa sonrisa de enamorada confirmaba mis sospechas sobre sus sentimientos hacia su amigo. Sin embargo, no podía decir lo mismo de Damiano ya que su expresión era la misma que tenía cuando pasaba tiempo con sus hermanos. De igual modo, había algo que me ponía muy inquieta, algo que hacía a mi corazón latir muy rápido y sentir una especie de iceberg arañarlo.

Ambos notaron mi presencia, pero no me saludaron como tampoco yo a ellos. Había algo que no comprendía; me generaba un enorme rechazo verlos juntos, era una experiencia que nunca antes viví o me hizo querer pensar en profundidad. Desvié la vista y continué mi camino hasta la oficina de mis jefes, ingresamos y tomamos asiento.

—Chiara, fue muy amable de tu parte aceptar venir un domingo aquí —empezó a hablar la señora Florencia primero.

—Lamentamos llamarte hoy y quitarte tiempo con tu familia.