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☾ Capítulo 30 ☽

"Vacío"

Durante dos semanas estuve aislada de todo el mundo. Apenas hablé con Brenda, pero eran conversaciones tan cortas que a los dos minutos mis monosílabos se volvían escasos y finalmente nulos para cortar con la llamada. Varias veces intentó sacarme de mi habitación para dar un paseo, pero no lo conseguía. A raíz de mi ruptura y decepción de Dam, para mí la vida se había vuelto oscura, sin sentido, sin colores, sin estrellas, sin sol, sin mi luna.

Los últimos tres días mi mente se mantuvo ocupada atendiendo a mamá... o más bien, despidiéndose de ella poco a poco. Sus ojos ya no tenían ese brillo tan característico, su sonrisa rosada dio lugar a unos labios tristes y quebradizos, y ese rubor natural en su mejilla se apagó totalmente dejando un rostro pálido y sin vida. Ya ni siquiera podía levantarse a comer, íbamos nosotros a la habitación a compartir las comidas con ella.

—Te amo hasta el cielo, ¿lo sabes? —susurró, tratando de acariciar mi cabello, pero ni siquiera pudo levantar su mano, no tenía fuerza.

—Lo sé. Te amo con la misma intensidad.

—Ese día está cerca, hija. Lo siento en mis venas. Y no te sientas culpable, es lo que me tocó.

—Voy a necesitarte demasiado, mamá. Voy a extrañarte muchísimo cuando eso pase. —Traté que mi voz saliera con naturalidad, pero fallé.

—Entonces allí recordarás todos los momentos que pasamos juntas. En las mañanas sentirás el sol y recordarás las veces que nos reímos juntas, en las noches observarás la luna y recordarás nuestras noches de lectura y té, en el amanecer recordarás nuestros desayunos y en el atardecer las veces que salíamos a pasear en el lago para ver al sol despedirse de nosotras.

—¿Y cuando llueva o haya tormenta?

—Esperarás a que pare y recordarás todas esas veces donde te dije que el sol vuelve a brillar o que siempre está presente.

Apoyé mi frente en su mano y comencé a llorar. Dolía tener que despedirme de ella. Dolía la incertidumbre de no saber si al día siguiente podría disfrutar de su presencia o si ya no estaría. Mi madre fue lo mejor que me tocó en la vida, jamás olvidaría sus enseñanzas, implementaría los mismos valores en mis futuros hijos recordándola como una persona con el corazón más noble.

—Esto es tan difícil, mami. No estoy lista para estar sin ti. Para despedirnos.

—No es una despedida. Sé que en algún momento nos volveremos a encontrar, hija.

La miré, mi vista estaba nublada a causa de tantas lágrimas.

—Te prometo que siempre estarás en mis pensamientos. Que cada logro será dedicado a ti. Que siempre voy a amarte intensamente. Y, por favor, ten presente que eres la mejor mamá. La mejor del mundo.

Mamá sonrió y era la primera vez después de tantos días que lo hacía sin transmitir ese dolor profundo tanto emocional como físico. Fue un regalo para mi alma. Un regalo que curaba esa tristeza. Ella cerró sus ojos por unos segundos y luego me miró muy cansada. Apenas podía estar diez minutos despierta.

—¿Quieres descansar?

—Un ratito.

—Te amo hasta el cielo —juré.

—Te amo hasta el cielo —prometió.

🌙

Brenda insistió que habláramos al menos por teléfono, y lo hicimos. Me echaba de menos y yo a ella, pero nuestra charla duró tan solo unos minutos porque me enojé tanto por algo que se le escapó: Dam me dejó para no herir a Gero.

Cuando la noche sea eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora