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☾ Capítulo 6 ☽

"Dificultades"

Por fin era viernes, aunque tampoco eso me garantizaba la felicidad después de haber tenido una semana tan complicada con mi trabajo de niñera, mis clases, estudiar en casa con los problemas de mi padre y dormir tan poco para seguir con el mismo ciclo. Nunca antes había tenido tantas ojeras, ¡ni se me caía el pelo! Ni siquiera llevaba una semana completa de la rutina y ya me estaba destruyendo a una velocidad que no podía creer. A ese paso el estrés iba a terminar con mi vida.

Lo que peor convirtió mi vida en un calvario fue la noticia sobre la venta de nuestra casa para ir a vivir en una caravana. Con el dinero de la casa iba a poder pagar al señor Mendoza y tener para sobrevivir unos meses. Era increíble cómo había cambiado mi vida por la enfermedad de mi padre, pero yo seguía de pie porque juntos íbamos a luchar para que pudiera vencer a su ludopatía. Por el momento mi deseo era que no tuviéramos que volver a vender otro tercer hogar.

Cuando Brenda se enteró de mi situación me ofreció vivir con ella, pero tuve que rechazar su oferta puesto que, al tener su casa en la otra punta de la ciudad, me tocaría despertarme dos horas antes de lo habitual para poder llegar a tiempo a mi trabajo. A cada tanto me preguntaba cuánto más tendría que aguantar para que nuestra vida fuera normal, llevaba mucha responsabilidad en mis hombros y eso me mataba.

Mis pensamientos se esfumaron cuando vi entrar en la cocina a Damiano, solo lo había visto en el desayuno cuando vino a buscar el café que le preparé, aunque no recibí ni sus buenos días ni tampoco un agradecimiento por lo que hice por él como todas las mañanas. Esa misma indiferencia también sucedió los otros días después de haberme mostrado aquella biblioteca escondida y de la charla amistosa que me ofreció por un instante. Sabía muy bien que eso iba a ocurrir y por esa razón no me sorprendía su accionar.

Continué con la lectura en mi libro apoyando la cabeza en mi mano e intentando no bostezar, aunque fue inevitable; el cansancio era más fuerte que yo. Aprovechando el momento en que Kia y Ciro estaban en las escuelas y que Mika jugaba al golf con su padre, me puse a estudiar, por supuesto le pedí permiso a la señora Florencia, quien trabajaba en su despacho junto a su hijo mayor, y no se opuso a nada. En realidad, me ofreció una habitación silenciosa para poder concentrarme la cual rechacé por vergüenza, me sentía cómoda estando en la cocina.

De pronto, la atención a mi libro duró poco cuando un vaso de jugo de manzana apareció a mi costado. Alcé la vista y encontré a Damiano observándome desde arriba sin ninguna expresión en su rostro.

—¿Y esto? —pregunté.

—La manzana te despertará —dijo, fue a la mesa principal de la cocina y de allí me trajo un pequeño plato con una tostada con queso y aguacate—. Si te alimentas bien podrás concentrarte en tus apuntes. Y no te preocupes, es apto para celíacos.

Intenté que de mi boca saliera alguna palabra para agradecer aquel gesto amable que tuvo conmigo, pero quedé anonadada ya que en todos estos días ni siquiera me dirigió la palabra ni la mirada. Regresó a la mesa principal, pude ver que se había preparado lo mismo que hizo para mí, con la diferencia que él tenía jugo de naranja, incluso vi el paquete de pan apto para celíacos que compraba desde hace años. ¿Acaso la familia Dianetti pensó en mí? Damiano guardó los ingredientes que usó y se marchó. Todavía no podía comprender cómo funcionaba su cabeza, en todas las veces que intercambiamos palabras era una persona diferente. Realmente empezaba a creer que tenía trastorno de identidad disociativo.

—¡Llegamos! —avisó a los gritos Mika, ingresó a la cocina junto a su padre, ambos tenían la bolsa de golf cargando en sus hombros—. La próxima tienes que ir con nosotros, Ara. Te vas a divertir mucho.

Cuando la noche sea eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora