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☾ Capítulo 28 ☽

"En la mente de Damiano"

"La extraño.

La necesito.

La deseo.

La quiero.

La amo.

La amo mucho.

La amo tanto.

La amo con cada parte de mi alma, con mi vida entera y mis anhelos más profundos...

Joder. La amo demasiado y en lugar de sentir felicidad, estoy sintiendo una tristeza tan escalofriante la cual no existen palabras exactas para describirlas. Solo se sienten y es... agobiante".

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces escribí exactamente lo mismo en el cuaderno que Chiara una vez me obsequió. Posiblemente era la nonagésima página con las mismas palabras, no estaba seguro, pero de lo que tenía claro era que cada hoja llevaba un sentimiento más fuerte y doloroso que el anterior.

Alejarme de ella fue una decisión muy difícil que estaba costando mi corazón. Sin embargo, era lo mejor para ambos, sobre todo, para su bienestar. Era un hecho de que algún día iba a morirme, se lo dije muchas veces y lo comprendió tan fácilmente (una característica que me fascinaba de ella), pero eso no le hizo retroceder, al contrario. Su valentía por querer seguir a mi lado, transitando un camino diferente a lo normal, era admirable y muy respetable. A lo mejor por esa razón dejé llevarme y envolverme en su amor lo cual duró muy poco tiempo. Solo me quedaba refugiarme en los recuerdos que construimos juntos. Cerrar los ojos y viajar al pasado, aunque la idea de no poder sentir su piel, sus labios o esa mirada llena de luz me derrumbaba dolorosamente.

Trataba de meterme en la mente que era mejor que continuara su vida sin mí, le estaba ahorrando muchas cosas horribles como visitas constantes a médicos, nuevas secuelas en mi cuerpo, una vida donde el sol no estaba, donde una vida normal no existía... eso no era sano.

Todos los días la observaba desde lejos. Contemplaba su sonrisa cuando estaba con mis hermanos pequeños o cuando estudiaba en la cocina en su tiempo libre. Era el único placer que podía obtener. Verla relajada, serena, tan delicada en su trabajo y estudio como siempre, poder contemplar ese brillo que solo de ella florecía. Aunque también era sádico ya que me generaba ganas de ir a abrazarla, llenarla de besos y decirle cuánto la amaba.

Un viernes por la noche regresó a la mansión llorando desconsoladamente, me destruyó por completo verla tan vulnerable y no poder hacer nada para confortarla. Eso sí, me dio una gran punzada en el pecho cuando la vi en los brazos de Pietro, su nuevo amigo. Celos. Así le llaman las personas. Y me sentí traicionado por Mika porque no me contaba nada si pasaba algo entre ellos dos. De hecho, hasta mi hermano era amigo de ese chico.

Poco rato después llegó Brenda y fue entonces cuando el amigo de Chiara se marchó, un alivio para mí ya que no podía saber qué hacían juntos dentro de su habitación.

No resistí y me dirigí al piso arriba, deambulé por el pasillo hasta que llegué a la puerta de su habitación la cual se hallaba entreabierta. Solo se lograba escuchar sus voces. Chiara llorando y Brenda intentando consolarla, pero dejando que se desahogara.

—No entiendo cómo pude haber desaprobado... ¡Me siento humillada! Me decepciono de mí misma, Brenda.

Entonces era eso. No le fue bien en su examen. Había fallado en su objetivo principal. Me sentí fatal por ella porque sabía que eso estaba pasando por mi culpa. Se desconcentró.

Cuando la noche sea eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora