09 | real

385 44 11
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⸻ LAS SABANAS QUE estaban incluidas en esa pequeña casa que Adiane había comprado no era lo suficiente para cubrirse de la fría noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LAS SABANAS QUE estaban incluidas en esa pequeña casa que Adiane había comprado no era lo suficiente para cubrirse de la fría noche.

Adiane despreciaba este distrito incluso más de lo que odia al dos, aparte de ser más pobre, el clima era sumamente extraño. Experimentaba un calor sofocante durante el día y un frío glacial por las noches, una situación que le resultaba completamente desconcertante.

Convencer a Sejanus para regresar al Capitolio resultaba ser una tarea mucho más ardua de lo que había anticipado. Había entablado una conversación con él la noche anterior; él expresaba su deseo de convertirse en médico y trabajar en el distrito para "marcar la diferencia". Sin embargo, Sejanus se mostraba un tanto inmaduro, y Adiane necesitaba hacerle comprender que con el respaldo económico de su padre podría lograr mucho más que enfrentándose a la miseria probable del distrito.

Ella comprendía en cierta medida su perspectiva. Así como él, detestaba los Juegos del Hambre por todo lo que había tenido que enfrentar, por vivir cada día de su vida sabiendo que había terminado con la vida de niños y jóvenes de su misma edad. Aunque Adiane no había matado por placer, sino por supervivencia y por cuidar de Edine, admitía que existía algo en su interior que se deleitaba en la facilidad con la que podía extinguir vidas.

El día anterior había enviado una carta a Edine, lamentando no haberse despedido de ella y esperando que ya no estuviera en el hospital. Sentía que la había descuidado bastante al buscar a Sejanus, aunque sabía que a largo plazo también beneficiaría a la niña.

Al salir de esa casa, observó a su alrededor: era un lugar claramente deplorable. Aun así, vestía los atuendos que usaría en el Capitolio, no solo para demostrar su estatus sino también para convencer indirectamente a Sejanus de regresar.

Comenzó su camino hacia la base, consciente de que no podía ir y venir a su antojo, pero planeaba persuadir al general para que le permitiera visitarlos ocasionalmente sin interrumpir sus actividades o entrenamientos.

La gente la miraba mucho, y entendía por qué. Hasta cierto punto, prefería esas miradas a las de la gente del Capitolio, quienes conocían su oscuro pasado. Sejanus era el único que la observaba con una mirada diferente, sorprendido por su presencia sin importar su atuendo o lo que estuviera haciendo. Por eso sabía que al menos convencerlo de casarse con ella sería relativamente fácil. El único obstáculo era Coriolanus, cuyo comportamiento extraño y provocativo era más difícil de esquivar. Pero no caería nuevamente en sus provocaciones.

𝐈'𝐌 𝐇𝐄𝐑𝐄 | Coriolanus Snow VS Sejanus Plinth | En revisión. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora