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⸻ En los Decimos Juegos del Hambre, Adiane Argyros del Distrito Dos es seleccionada como tributo y viaja al Capitolio, donde se encuentra con su antiguo amor, Sejanus, ahora en una posición social diferente.
Coriolanus Snow, el...
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⸻POCO HABIA HABLADO Adiane durante en el día. Más que deprimirse pensaba en ella misma. Su padre, si es que podía llamarlo de esa manera le había mentido, era un hombre del Capitolio, uno importante. A ella y a Edine les correspondía algo más que esa casa en el distrito dos. Todos esos años muriendo de hambre mientras su padre y ¿hermana? se daban un festín en el Capitolio.
Pero aun tenía muchas dudas.
¿Pero ahora que debía hacer?, ¿su mamá tambien segui con vida?, ¿que paso con ella?, ¿debia hacer un escándalo?, ¿seguir con su vida como si nada hubiera pasado?.
Durante la mañana Adiane aguardo la llegada de Rhea, pero su ausencia fue notable. Quizás Marcus tenía razón al insinuar que ella no era tan impecable como aparentaba.
En la tarde, los tributos se dirigieron hacia la arena de juego, una vastedad que parecía insuficiente para el uso que le darían. Los mentores se presentaron casi simultáneamente con los tributos. Félix Ravinstill se colocó a su lado, ostentoso debido a la proximidad de las cámaras.
—¿Dónde está su mentora? ¿No mencionó que estaría aquí?.— inquirió Adiane con disgusto.
— Creo que su hijo nació ayer.— respondio Ravinstill con desdén. Adiane asintió, y en su mente, la certeza de no volver a ver a Rhea se afianzó, exacerbando su rabia. Se adelanto al entrar en la arena, a pesar de las protestas de Ravinstill, observando a Sejanus con Marcus y a Coriolanus junto a Lucy, ¿estaban tomados de la mano o era una ilusión de Adiane?
— Bienvenidos al show —
El anuncio de las bocinas hizo que Adiane se sobresaltara. El pensamiento de morir de manera trágica en ese lugar seguía latente en su mente. Necesitaba hacer algo para salir de ahí o al menos presionar a su padre para ayudar a Edine.
— Te dije que no te adelantaras.— reprochó Ravinstill, tomándola con fuerza del brazo y luego limpiándose las manos con gel antibacterial. Adiane lo miró con desdén de arriba a abajo. Imaginaba un mundo en donde los mentores fueran los tributos, se sentía un poco extrañada de si misma cuando sonreía imaginando esa situación.
