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⸻ En los Decimos Juegos del Hambre, Adiane Argyros del Distrito Dos es seleccionada como tributo y viaja al Capitolio, donde se encuentra con su antiguo amor, Sejanus, ahora en una posición social diferente.
Coriolanus Snow, el...
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⸻ LA FRIA BRISA QUE se sentía en el departamento de los Snow recorrió todo su cuerpo al ajustarse la blusa, ahora arrugada y ligeramente maltratada tras permanecer en el suelo durante un tiempo considerable. Al mismo tiempo, Coriolanus se afanaba con su camisa blanca, quizás podrían haber continuado descansando en el no tan espacioso sofá, pero la posibilidad de que la abuelatriz y Tigris llegaran pronto los instaba a moverse.
El silencio se cernía entre ellos, la situación se sentía extraña para Adiane, quien simplemente había venido para intentar establecer una buena relación con Snow, no para perder su virtud. ¿Acaso él estaría pensando lo mismo o tal vez se sentiría aún más confundido?
— Debería marcharme antes de que tu familia regrese — murmuró Adiane, levantándose con dificultad del sofá, su cuerpo resentido, especialmente su espalda.
— Deberías descansar un poco más — replicó Coriolanus, levantándose tras abotonar su camisa. — Todo sería más fácil si hubiera abierto esa maldita puerta — Adiane señaló hacia su habitación, Coryo soltó una risa que encantó los oídos de Adiane. — ¿Habrías preferido eso?
— No — murmuró con diversión — Pero al menos no me sentiría tan extraña. — comentó, pasándose la mano por el cabello. — Solo siéntate. — ánimo el rubio.
Coriolanus la ayudó a sentarse nuevamente.
— ¿No tienes té o café? — preguntó Adiane.
Aunque Coriolanus conocía la respuesta, decidió actuar como si no lo supiera. Se levantó y buscó en la cocina, registrando los rincones más ocultos, pero solo halló telarañas. Ansiaba el premio Plinth lo antes posible.
— Parece que se acabaron ambas cosas, por ahora solo tenemos agua — mintió en voz alta, mientras Adiane reía un poco. — Agua está bien.
Rápidamente sirvió un vaso de agua y se lo entregó. Adiane lo bebió casi de un trago, apoyándose y cerrando los ojos por el cansancio, mientras Coriolanus la observaba, sintiendo que nunca antes había enfrentado una situación así. Se sentía perdido sobre cómo ayudarla, pero esta situación logró cambiar su percepción sobre Adiane.
