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⸻ En los Decimos Juegos del Hambre, Adiane Argyros del Distrito Dos es seleccionada como tributo y viaja al Capitolio, donde se encuentra con su antiguo amor, Sejanus, ahora en una posición social diferente.
Coriolanus Snow, el...
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⸻ESTAR FELIZ ERA POCO a comparación de lo que Adiane sentía en ese momento. Despertar al lado de Sejanus superó con creces todas las expectativas de Adiane; el confort y la seguridad que experimentó fueron incomparables, no conoció el frío en ningún instante.
— Tengo que irme —susurró Sejanus, mientras Adiane se hundía en su cuello, aferrándose a él.— No te vayas.
Las palabras de Adiane tenían un peso inmenso para él, sin embargo, no podía permitirse ausentarse una vez más, aunque su corazón deseara lo contrario.
— Lamento mucho, Adi, pero esta vez es necesario...
Dos golpes intensos en la puerta los sobresaltaron, instante en el que se pusieron de pie rápidamente. Agradeció Adiane haberse vestido más abrigada, evitando así la necesidad de buscar prendas con urgencia. Sejanus se colocó su camiseta blanca mientras se dirigía hacia la puerta. — Es Coryo —mencionó al tiempo que abría el acceso de inmediato.
Al encontrarse Coryo con Sejanus frente a él, su mandíbula se tensó considerablemente, una expresión aún más grave se apoderó de su rostro al divisar a Adiane en el suelo, su cabello desordenado y las marcas en su cuello revelaban que habían compartido la noche juntos. Una ira interna lo invadió al comprender que ya no le pertenecía solo a él. Tragó su furia al adentrarse en la casa.
— ¿Pasa algo, Coryo? —inquirió Sejanus, frotándose los ojos, todavía somnoliento—. Te buscaba porque no estabas en la base anoche. El general nos ha asignado tareas: tenemos que capturar a los charlajos para devolverlos al capitolio.
Adiane se apoyó en la pared, envuelta aún en las sábanas blancas. Coriolanus intentaba no mirarla, aunque le resultaba difícil.
— Ah, por supuesto. Solo recojo mis cosas y nos vamos.
Sus ojos se encontraron con los del rubio, ambos destilando cierto resentimiento. Cuando Sejanus se despidió de ella con un prolongado beso, Coryo tuvo que salir de la casa, incapaz de soportarlo por más tiempo. Mientras se encaminaban hacia la base, solo una idea rondaba en su mente: no permitiría que Adiane se quedara con Sejanus. No lo permitiría.
