XVII

238 30 27
                                    

Faltaban al rededor de 20 metros para llegar al liceo y Jisung sólo quería abrir la puerta de la camioneta y tirarse.

Por un barranco.

Había faltado jueves y viernes al liceo, y el fin de semana hasta por muerto lo podrían haber dado porque no le contestó el celular a nadie.

Los que se enteraran de su situación podrían decir que era la persona más dramática y homosexual del mundo y la verdad es que si, si lo era y no le importaba.

“Jisung, hijo, ¿me estás escuchando?” Su mamá había estado hablando con él los últimos 15 minutos y no había escuchado una sola palabra.

“Sí, mamá”

“¿Y qué dije?”

“... algo de un intercambio de regalo” No podía ni siquiera pensar en una mentira, de todas formas ya sabía que no le había parado ni media bola.

La señora Han respiró profundo.

“Jisung” llamó.

“¿Qué?”

“Yo sé que tú y yo no hablamos de... tus cosas, y sé que si algo grave te pasara, olvídalo, no tiene que ser algo grave, si hay algo que te pase y necesitas hablarlo con alguien...”

“Mamá, no me pasa nada-” Jisung trató de explicarse, o de mentir, lo que sea.

“Escúchame, carajito”

Jisung suspiró y decidió que sólo por esta vez tendría que pasar por esta conversación.

“Yo sé que no te gusta hablar conmigo porque piensas que es vergonzoso y yo soy alguna clase de ser de otro mundo que al parecer no tuvo problemas de adolescentes y nació con cuarenta años”

“Mamá, no tienes cuarenta” Jisung no pudo evitar reír, su mamá sonrió mientras se estacionaba para que Jisung pudiera bajarse.

“Pero te amo, Jisung, y siempre estaré para cuando necesites un consejo o simplemente hablar... a veces necesitamos desahogarnos”

Jisung no era una persona que mostrara sus debilidades, tampoco era alguien que contara sus problemas o llamara a alguien llorando a las tres de la mañana, así que le costó un poco no ser cortante o indiferente.

“Lo sé, ah... gracias, mamá, también te amo” Le dió un besito en el cachete, así como cuando lo dejaban en el preescolar, sentía que era lo menos que podía hacer. “Bendición”

“Dios te bendiga. Pórtate bien, Jisung Enrique”

Y aquí estaba él, parado como un güevon en el portón del liceo, menos que listo para afrontar ese pequeñito problema que no lo dejaba dormir por las noches... ni a ninguna hora.

Faltaban cinco minutos para que sonara el timbre que anunciaba el receso de bachillerato, porque si, había llegado a las nueve con treinta y cinco minutos de la mañana. Claramente, Jisung no tenía intenciones de ir hoy al liceo pero tenía examen de matemáticas y que vaina tan ladillosa sería reparar matemáticas en su último año de bachillerato.

Se fue a sentar a la mesita de siempre en modo automático, sacó el celular para verificar la hora y esperó pacientemente a que sonara la estampida bajando por las escaleras, y con eso, su pesadilla haciéndose realidad.

“¿Podemos hablar?”

Y esa había sido la voz del mamagüevo más grande del mundo.

“Mira, engendro del demonio, llevo cinco días ignorándote, ¿eso no te dice algo?”

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 24, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Distrito Nueve [Sᴛʀᴀʏ Kɪᴅꜱ Vᴇɴᴇᴢᴜᴇʟᴀɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora