Capítulo 13

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Gon se despertó en el sofá con la luz que venía del exterior, recordando todos los acontecimientos que tuvieron lugar el día anterior. Frotó sus ojos, fue a preparar el desayuno, y a darse una buena ducha. Cuando pensó que ya había transcurrido suficiente tiempo, fue a llamar a Killua a su habitación. Se sorprendió cuando encontró al albino ya despierto, preparado y con buena cara.

-Buenos días, ¿qué tal te encuentras?- Preguntó Gon.

-Estoy como si nada sorprendentemente.-

A Gon le agradó escuchar esa respuesta y le brindó una sonrisa. -Menos mal, pensaba que ibas a pasar el día de hoy con una resaca monumental.-

-Eso le pasaría a alguien normal como tú Gon Freecss, yo me recupero antes.- Dijo el albino con una sonrisa socarrona.

-No fui yo quien necesitó que le cuidasen ayer.- Habló Gon en tono de burla. -El desayuno está en la cocina, ven cuando quieras.-

El moreno salió por la puerta y acto seguido, el chico de ojos azules le siguió hasta la cocina. Después de desayunar, ambos se despidieron. Killua se iba ya a la estación para tomar el tren hacia casa, mientras, Gon, tenía que ir a entregar las llaves de su casa a la inmobiliaria para venderla definitivamente.

-¿Nos vemos la semana que viene para seguir con el trabajo?- Preguntó el moreno cuando el otro ya salía por la puerta.

-¿Te parece bien el martes?, puedes venir a casa como siempre.-

-Perfecto.-

-Feliz navidad Gon, nos vemos la semana que viene.- El albino se despidió con un pequeño gesto y una sonrisa ladina.

-Feliz navidad Killua, nos vemos.- Dijo el moreno con una sonrisa y moviendo el brazo en señal de despedida.

Cuando por fin se encontraba solo, Gon dio una última vuelta por su antigua casa. Se tumbó en la cama, se sentó en el sofá imaginando escenas con su madre y su abuela en ese salón, y cuando se quiso dar cuenta se le empañó un poco la vista. Tomó fuerzas y se despidió del todo de ese lugar, yendo en dirección a la inmobiliaria.

Cuando iba de camino, recibió un mensaje, era del albino, algo extraño pues se acababan de ver.

<Ya estoy en el tren. He comprado también tu billete para dentro de dos horas, imagino que te da tiempo de sobra. Por cierto, gracias por lo de ayer.>

Gon se lo agradeció, no hacía falta, pero era un buen gesto por parte del chico.

Cuando llegó a su destino, Gon entregó las llaves definitivamente, y a cambio, recibió un cheque con algo de dinero. Por esa casa no le habían dado mucho, pero le iba a venir muy bien, mejor poco que nada. Tras desprenderse de lo único que aún le unía a ese lugar, se dirigió al tren para regresar a su apartamento.

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Para Gon, ese fin de semana fue muy especial. Pasar la nochebuena y la navidad en casa de Kurapika fue como volver a la infancia, era bastante nostálgico, incluso melancólico. Sintió una pequeña envidia sana al ver a esa familia, él nunca había tenido una navidad así. Sin embargo, recordaba con felicidad sus sencillas navidades con su abuela y su madre en casa.

En el hogar del rubio, había una gran mesa llena de manjares deliciosos, estaban, además de Kurapika, su padre, su madre y un abuelo suyo. También había venido un tío de su amigo con su hijo pequeño, el primo de Kurapika, debería tener unos 6 años, su nombre era Pairo.

Gon estaba totalmente agradecido con la familia de su amigo, no solo le habían conseguido ese trabajo y la beca, ahora se sentía totalmente incluido con ellos. Se lo pasó muy bien, charlaron, y jugaron tanto Kurapika como él con los nuevos juguetes del pequeño Pairo, que acabó llevándose muy bien con Gon.

Ver toda la ilusión de la navidad en los ojos del pequeño, tan inocente, tan alegre con los regalos que le había traído esa noche Papá Noel, no tenía precio. Al final, en estas fechas, los pequeños son el verdadero espíritu de la navidad.

-Ese que queda ahí es para ti.- Dijo el padre de Kurapika sonriendo y señalando un regalo.

-¿De verdad?- Preguntó Gon con los ojos muy abiertos y una sensación de calor en el pecho.

-Claro, todos teníamos uno, no podías ser menos.- Dijo su amigo.

Gon abrió su regalo bajo la atenta mirada de todos, era un traje de color negro, de una buena marca. Gon no podía parar de agradecérselo.

-Tienes que tener uno, es fundamental, y más ahora que se acerca año nuevo.- Sentenció el padre.

-Bueno pruébatelo un momento a ver que tal te queda.- Dijo la madre del rubio.

Cuando Gon se lo puso, le quedaba como un guante.

-Parece que me fijé bien en tu talla el día que fuimos a comprar.- Dijo Kurapika.

Agradecido y con los ojos algo húmedos, Gon le dio un abrazo al rubio y a su familia, para terminar de disfrutar de la fiesta.

Al día siguiente, con el corazón totalmente lleno, Gon volvió a su casa, no sin antes agradecerle la hospitalidad a Kurapika y su familia, y prometiendo regresar para celebrar el resto de festividades de esas fechas. 

Una luz de esperanza (Killugon / Gonkillu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora