Capítulo 18

124 8 4
                                    

Ambos chicos despertaron con el sonido de la alarma, y aunque ahora estaban separados, la sensación que tenían al despertar en la misma cama era algo extraña, como si estuvieran algo cortados por la vergüenza. Sin embargo, Gon no lo habría descrito como incómodo.

-Buenos días Killua.- Se animó a hablar el moreno.

-Buenos días Gon.- Respondió en un tono suave, pero sin mirarle directamente a la cara. -Vamos a desayunar, así salimos de casa antes de que lleguen mis padres.-

A Gon le pareció buena idea, no le apetecía que los padres de Killua supieran que había dormido ahí, en especial su padre. En la casa del albino había de todo para desayunar, cereales, yogur, zumos, tostadas... igualito que sus desayunos normales que consistían en un café, y como mucho un sándwich para el camino si tenía mucha hambre.

Tras desayunar como lo que a Gon le pareció casi un buffet, los chicos salieron hacia el coche del peliblanco. Como el moreno había imaginado, aunque ya brillaba el sol, las calles seguían encharcadas y el metro cerrado por inundación. Subieron al coche y fueron con cuidado por las calles hasta llegar a la universidad.

-¿Después de clase quieres que sigamos con el trabajo? Ya está casi terminado.- Rompió el silencio el albino mientras caminaban por la universidad.

-Creo que ayer avanzamos suficiente. Además necesito pasar por casa a cambiarme de ropa, hacer limpieza y comprar, ya sabes.-

Gon había encontrado la excusa perfecta para ganar tiempo y pensar en cómo iba a actuar.

-Vale, pero hay que aprovechar esta semana de vacaciones que te has ganado por buen empleado.- Dijo medio sonriendo el chico.

-Puede ser mañana mejor, si te parece bien.-

-Vale.- Daba la sensación que había terminado de hablar cuando pareció recordar algo.                    -Mientras no me esquives como la otra vez.- Habló algo serio.

Gon le interrumpió rápidamente para que no continuase por ahí. -Si, no te preocupes, mañana seguimos.- Y entró velozmente a clase para que no insistiera en el tema.

Había conseguido ganar un mínimo de tiempo para ordenar sus pensamientos, menos mal que esa tarde la pasaría tranquilo en casa. Sus lecciones habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, y ya se encontraba llegando a su apartamento.

Desde que había salido de casa del albino, el moreno no podía parar de sentirse mal. Se estaba sintiendo muy cómodo con Killua, quizás demasiado. Estaba muy a gusto con el chico, y notaba que era un pensamiento recíproco, a lo mejor se estaba volviendo loco, pero notaba como si estuviese creciendo algo dentro de él. Esa sensación que por sí sola le provocaba felicidad, y a la vez miedo e inseguridad, se mezclaba con el hecho de que la culpa le estaba devorando. Culpa por saber una información muy sensible para Killua, y que este no tuviera constancia de ello.

Estaba claro que debía decírselo, el problema era cómo y en qué momento. Sabía que al chico le sentaría mal, pero peor le sentaría cuanto más tiempo tardase. O aun peor, si se daba cuanta de que lo sabía y Gon no le había dicho nada.

Una hora llevaba ya en su cama pensando que era lo que podía hacer, cuando la idea llegó sola a su cabeza, Kurapika, igual no le daba el mejor consejo del mundo, pero le escucharía y le diría que piensa al respecto. Igual eso le ayudaba. Se sentó en el borde de la cama, dejando sus pies colgar, mientras marcaba el teléfono del rubio. La respuesta no se hizo esperar.

-¡Hola!- Habló Gon enérgico.

-¡Hola Gon! ¿A qué se debe el gran privilegio de esta llamada?-

-¿Cómo qué a que se debe? Quería saber que tal estabas.- No quería que su amigo pensase que solo lo llamaba para aprovecharse de su consejo y desahogarse. Al revés, era la persona en la que más confiaba, y era por eso que se abría a él y le pedía ayuda.

Una luz de esperanza (Killugon / Gonkillu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora