Capítulo 2

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Cerró los ojos y se dejó mecer por la canción, haciendo un sobreesfuerzo por escuchar la melodía, atrapada bajo los gritos de su corazón desesperado por huir.

Fue entonces cuando aterrizó en su mente ese primer día, su primera conversación en el jardín trasero.

(Flashback)

“—¿Qué canción es la que acabas de tocar?.

—Se titula "Chalyve".Acero, en latín.

—¿Todo en este castillo es de acero? ¿Incluso la sangre en sus venas?—Preguntó regalándole esa primera sonrisa que le llegó a iluminar sus pupilas.

—¿Por qué cree que se llama el Castillo Sangre de Acero? ¿No es obvio?—Su mirada centelleó, correspondiendo con otra curva en su rostro, marcando así el inicio de un camino destinado a la bifurcación, pero ninguno de los dos dudó en dar el primer paso en aquel entonces."

(Fin del flashback)

Ahora, caminar se había vuelto más tedioso.

Jisung regresó de la ciénaga que era su mente justo a tiempo para terminar la canción y bajar del escenario a toda prisa con el violín en las manos y los aplausos a sus espaldas.

El frío esa noche se había apoderado del reino, la luna se había cubierto con el manto de nubes grisáceas y la piel bajo el fino traje que llevaba Jisung se quejó por el contraste del calor que habían provocado el ponche y el frío nocturno, ni siquiera las altas ligustrinas impedían el paso del descarado viento.

—No debería salir al jardín por la noche cuando sus venas están cubiertas de acero su majestad, podría convertirse en una estatua que todos quisieran admirar—Habló a sus espaldas.

Se volteó de forma brusca con el corazón palpitando en sus sienes. ¿Cómo podía hablarle tan tranquilo, como dos conocidos que ayer fueron juntos a pasear al pueblo?.

El alcohol ya había empezado a hacer efecto y sin pensarlo mucho, realizó un movimiento imprevisto para ambos y apuntó a la garganta del barón con el arco de su violín.

—Ey ey ¿Qué tipo de recibimiento es este?—Soltó una suave risa que viajó por toda la columna del contrario, con las manos en alto, alejando su cabeza del arco—¿No puedes simplemente saludarme como si fuéramos viejos amigos?.

—¿Amigos? Tú y yo jamás fuimos amigos—Contestó apretando los dientes con fuerza.

—Uf…—Estrujó la camisa entre sus dedos en la zona del corazón con dramatismo—Eso ha dolido—Escondió una pequeña risa volteando su rostro hacia unas flores blancas que crecían en la ligustrina a su izquierda.
—Entonces…¿Enemigos con derechos?—Preguntó esta vez con una ceja alzada, y diversión en sus facciones, sin moverse de su sitio.

—Enemigos a secas, está bien—El mundo bajo los pies del príncipe se tambaleó, por una momentanea bajada de tensión.

—Te explicaré algo—Habló con voz pausada.—Un enemigo, jamás te atacará estando borracho con un arco a cinco centímetros de tu garganta—Cambió su posición para sujetar la muñeca de Jisung y sin necesidad de hacer mucha fuerza llevó su brazo hacia el dorso del cuerpo del príncipe, a lo largo de su columna vertebral.
—Un enemigo, se posiciona delante de ti, con las dagas así, escondidas en su espalda, asegurándose de que su ataque sea sorpresa y no puedas defenderte.—Explicó.
—Tú no has hecho eso, por lo tanto, Han Jisung, déjame decirte que no eres mi enemigo.

Jisung se quedó inmóvil, era totalmente consciente de cada uno de sus dedos alrededor de su muñeca a través de la ropa, de como el dedo índice y el del medio se unían haciendo el agarre más firme, de la cercanía de sus pechos, del dibujo que formaba su cálido aliento en la oscuridad de la noche, de su presencia invadiendo con firmeza su espacio personal.

Todas las partes de su cuerpo preservaban como un mapa los rincones en los que esos dedos habían acariciado, y cada lugar en el que ese aliento había susurrado palabras que ni el viento se pudo llevar.

Josung decidió cortar la tensión con algo que sabía que lo fastidiaría.

—¿Me ha llamado Han Jisung? ¿Sin honoríficos? ¿Se le han caído los modales por la borda de camino hacia aquí? Está usted hablando con un Príncipe.—Reclamó soltándose de su agarre para ganar un poco de distancia en el terreno y espacio en sus pulmones.

—No me interesa hablar con el Príncipe, sino con el Han Jisung que un día conocí—Su mirada ya no tenía rastro de humor, parecía más bien suplicante.

La siguiente respiración de Jisung se vio cortada por un fallo en sus pulmones.

—El Han Jisung que un día conociste se murió el día que lo abandonaste para casarte con una bella dama, es inutil que lo sigas buscando-Le advirtió con furia en los ojos.

—Jisung…Yo…—Intentó sujetarlo de nuevo pero el otro lo esquivó con un movimiento rápido.

Jisung alzó la mirada sobre su hombro y se encontró a la chica rubia buscando entre los arbustos.

—Disfrute su noche de sábado Barón Lee, espero que esta sí sea la persona indicada para usted—Sujetó con fuerza el violín y el arco y apuró sus torpes pasos hasta la puerta de servicio, buscando evitar su encuentro con cualquier alma viva.

[...]
Minho se encontraba en su habitación, con la única compañía de una vela tambaleante y su pijama sobre la cama esperando ser usado.

Estaba a punto de retirar el pantalón de su traje cuando dos toques en la puerta lo sobresaltaron.

—¿Y bien? ¿Has podido hablar con él?—Dejó caer su cuerpo con agilidad sobre el marco de la puerta.

—No he podido Lizzie, está en modo negación y no ha querido escucharme.

—¿No ha querido escucharte o tú no te has esforzado en que te escuchara? Estoy segura de que al ver su poca receptividad te rendiste al instante.

—¿Y qué más podría hacer?.

—¡Hablar Minho! ¡Diablos! Llevas prácticamente un año sin verlo, lo último que le dijiste fue una mentira. ¿Y no tratas de remendarlo?.

—Tú misma lo has dicho, mis últimas palabras fueron mentira. Sé que me odiará si le digo la verdad Liz, me odiará…

—El ya te odia Minho-Moderó un poco su tono de voz, pero no existía forma suave de decir aquello—Lo más probable es que te odie de todas formas, y es mejor que tú te saques ese peso de encima.

Minho no lo tenía tan claro, la fuerte presión sobre su pecho le advertía que lo mejor sería sellar su boca y seguir fingiendo una felicidad que no existía.

—Sólo te pido que me ayudes unos días más, por favor Liz— Se acercó a tomar su mano-Sólo durante las vacaciones, cuando regresemos al trabajo te prometo cubrir tu puesto cada vez que necesites un día libre.

—Está bien, solo unos días más, pero no lo hago por favores en el trabajo, realmente te aprecio y espero que cuando regresemos lo hagas libre de la carga que llevas ahora sobre los hombros.

Minho se acercó a abrazar con fuerza a la única persona que lo entendía y respetaba sus decisiones y fallos con cariño y paciencia.

Asintió a sus palabras con vacilación entre sus brazos, no estaba tan seguro de poder reunir las fuerzas necesarias para hablar con el príncipe Sangre de Acero.

Tu moneda de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora