Capítulo 8

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Al llegar a casa, lo primero que hizo fue posar su arco renovado junto al que usaba últimamente, sacó de su bolsillo el cartel del teatro y lo posó sobre su mesita de noche para después dirigirse a tomarse un largo baño caliente, ya había visto su rostro muchas veces en el día, le debía un descanso a su mente y corazón.

[...]
La intensidad del sol a través de la ventana le hizo suspirar frustrado por no acordarse de poner la cortina la noche anterior.

Se escondió bajo las sábanas para seguir durmiendo pero unos golpes sonaron en su puerta.

—¿Si?—Soltó acompañado de un bufido.

—Iré a mirar el ambiente que hay en cuatro puntas, ¿Te vienes?.

—¿Irás a Cuatro puntas? Pero si tu te pasas el día en Tormenta Plateada—Respondió refregando sus ojos con los puños cerrados, ya sentado en la cama.

—Tengo que comprobar si los cotilleos que ruedan entre las piedras de las calles son iguales en las dos esquinas del reino.
Jisung rodó los ojos pero se levantó, no podía dejar a Changbin solo en una taberna como la de Cuatro Puntas.

Los bostezos acompañaban sus pasos cada dos segundos, ni siquiera había desayunado y viajar al lado de Changbin no era precisamente lo más reconfortante y agradable del mundo.

—Escuché que fuera de la taberna hay unos carteles sobre el teatro en los que sale Lee Minho, ¿Es eso cierto? ¿Minho es actor?.

—No lo sé—Murmuró con la mandíbula apretada, y el acelerar de su corazón dándole la bienvenida después de varias horas sin oír su nombre.

—Claro que lo sabes, tú lo sabes todo sobre él.

—¿He pasado un año sin verlo recuerdas? No lo sé todo.

—No me fío de tu palabra.

—Quizás puedas fiarte más de mi puño si lo acerco a tu cara—Pateó una piedra con rabia.

—Relájate Jisung, llevas varios días muy tenso.

—¿Por qué mejor no continuamos lo que queda de viaje en silencio?.

Como Jisung se temía al llegar a la taberna miles de carteles rondaban por todas partes y dentro del local se escuchaban voces y gritos más altos de lo normal.

Nada más cruzar la puerta se encontraron a todas las personas presentes haciendo un círculo alrededor del dueño de la taberna.

Era la primera vez que Jisung lo veía fuera de la barra y se sorprendió de que llevara los pantalones puestos, siempre creyó que se levantaba de la cama y ni se los ponía ya que solo se le vería el cuerpo de cintura para arriba durante toda su jornada.

Al parecer estaba dando un discurso a sus clientes porque todos lo escuchaban con atención mientras bebían de sus copas bien cargadas, temprano en la mañana.

—Actor—Escupió la palabra como si fuera algo asqueroso.—Los actores son todos unos estafadores, interpretan historias de mentira, se internan en vidas inventadas más emocionantes que las suyas para olvidar lo vacías que éstas son-Su voz estaba cargada de repulsión.—Al final del día, su trabajo no está muy lejos de las bailarinas de un burdel, dedicando su tiempo al entretenimiento ajeno, exhibiendo su cuerpo sobre un escenario, debería darles vergüenza.

De pronto, un pinchazo agudo atravesó los nudillos de la mano derecha del príncipe sin piedad, hacía poco que se había quitado las vendas de la herida anterior y ya tenía de nuevo la mano hecha un desastre, sus ojos se mojaron por el dolor repentino e inesperado, pero le alegró ver que la mejilla hinchada del tabernero se estaba poniendo roja como una amapola.

Tu moneda de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora