Acariciaba con sus dedos el relieve de la firma de Minho en el arco que esa noche se había atrevido a escoger como acompañante.
La gente pisaba sobre el frío suelo sus propias huellas de la noche anterior todavía sin borrar. A nadie pareció extrañarle que la familia Sangre de Acera celebrara una fiesta dos días seguidos y el salón se llenó como si de un sábado común se tratara.Pero esta no era una celebración cualquiera, esa noche, lo importante no era el baile ni la música, ni las copas de bebida, sino el momento en el que Minho liberase al cuervo que pellizcaba su corazón con hambre de volar y graznar su discurso en voz alta, picoteando los oídos de todos los presentes.
Ambos actores tomaban una copa de ponche mientras la orquesta tocaba su última canción, Minho apretaba la mano de Lizz con fuerza, sintiendo una fuerte presión en el vientre por los nervios, había preparado un discurso del que no recordaba ni la más mínima sílaba y la frente ya empezaba a sudarle.
—Tranquilo Min, todo irá bien, piensa en la liberación que sentirás después de confesar ante todos que lo que murmuran sus bocas atiborradas de habladurías, es cierto.Había llegado el momento de que Minho subiera esos tres escalones, pero el espacio que debían ocupar sus pies seguía vacío.
Jisung lo buscó con la mirada y notó el temblor en su cuerpo, no sería capaz de subir sin un empujoncito.
Entonces se le ocurrió una idea, colocó el violín de nuevo en su hombro y empezó a tocar “La historia que nunca termina”, esa canción que tanto había relajado al cobrizo aquel día.Minho, atraído por la melodía levantó la vista del suelo, hipnotizado por la música, como en el cuento del Flautista de Hamelin, y empezó a caminar hacia el príncipe, sin apartar la mirada de él ni un segundo, y sin darse cuenta, ya se encontraba en medio del escenario.
Todas las miradas y ceños fruncidos se le pegaron como sanguijuelas, esperando con atención su siguiente paso.La canción llegó a su fin y tuvo que buscar a Jisung a su derecha para recobrar las fuerzas de nuevo, el príncipe asintió animándolo con un dulce pestañeo y una sonrisa que escondía toda la confianza que tenía puesta en él, debía hablar, era su momento.
Tras una profunda respiración que se vio cortada por un suspiro, apartó la mirada de la persona que le provocaba el aleteo de miles de pájaros en el corazón y se centró en el público.
—Os estaréis preguntando qué hago aquí arriba—Carraspeó—La respuesta en mi mente es fácil pero expresarla en voz alta con tantas miradas sobre mi piel complica un poco las cosas—Se frotó las manos nervioso, pero no se rindió.
—Alguien me enseñó que hasta el coraje tiene miedo a veces, pero de todas formas junta el valor para actuar, con piernas temblorosas y sus palabras ahogadas en temor—Dedicó una mirada tan fugaz a Jisung que solo él pudo notarla—Y esta noche yo tendré el coraje de dejar escapar de mis labios la respuesta a esas preguntas que tantos días lleváis haciendo al viento.
—Sí, es cierto, yo, Minho, Barón Cobrizo de la familia Lee, soy actor, hice un viaje en barco de más de diez horas para perseguir mi sueño de caminar sobre un escenario de madera inestable, empapándome de vidas que no son la mía, pero no fue el deseo de olvidar mi vida lo que me hizo amar mi trabajo, sino el deseo de conocer lo desconocido, de vivir experiencias que solo en el teatro puedes llegar a conocer—Por su mente los pensamientos corrían como locos de un lado a otro, pero su cuerpo seguía estático, en el mismo recuadro dibujado en el suelo—Y no me importa lo que podáis opinar de mí o de mi trabajo, para mí es tan digno como otro cualquiera, y a fin de cuentas, es mi vida, y sólo yo tengo el verdadero poder para juzgarla.
—Hubo muchos momentos en los que tuve miedo, a no ser suficiente, miedo al rechazo, al fracaso, pero atreverme a dar el paso me ha enseñado que el miedo, ha matado más sueños que el fracaso, y me siento orgulloso de poder afirmar que no ha podido conmigo.—Sonrió por primera vez desde que se subió a ese escenario, más pequeño que los que acostumbraba a pisar.
—Quiero finalizar esta intervención aclarando dos cosas muy importantes, la primera es que aquella bella dama que véis junto a la mesa de ponches—Señaló a Lizz y todos se voltearon a verla—No es mi esposa, sino mi compañera de trabajo, una gran actriz, una increíble amiga, y mejor persona—Sus miradas se cruzaron y el orgullo en las pupilas de Lizzie le obligaron a pestañear varias veces seguidas para no llorar.
—Y la segunda pero no menos importante…—Se volteó hacia Jisung a su derecha, quien todavía portaba el violín en sus manos y una revolución de palpitaciones en su pecho.—El príncipe y violinista aquí presente, culpable de mi regreso a Alea y la razón por la que me bajé de un escenario por primera vez en un año, es el verdadero dueño de cada uno de mis latidos, tardé mucho tiempo, pero al fin me di cuenta de que cumplir mi sueño sin la persona que lo custodió casi toda una vida, era como no cumplirlo—Esta vez las lágrimas sí subieron a sus ojos a medida que se acercaba a su cuerpo delante de todos los presentes.—Por eso hoy Jisung, me gustaría pedirte que me acompañes—Tomó su rostro delicadamente entre sus dedos—Nada me haría más feliz que celebrar contigo mis logros, y fundirme entre tus brazos en mis fracasos—Juntó sus frentes para que nadie pudiera escucharlos—Si crees en las segundas oportunidades y estás dispuesto a regalarme una, solo toma mi mano y acompáñame en esta nueva huída.
—Eres mi sueño Minho. ¿Cómo podría rechazar una huída contigo?—Se lanzó en sus brazos sonriendo, rodeando su cuerpo con fuerza, fue entonces cuando Minho vio el arco con su nombre y se separó un poco del abrazo para mirarlo a los ojos.
—¿Ese es mi arco?—Sonrió en grande.
—Todos merecemos una segunda oportunidad,¿no?.
Minho lo tomó por las mejillas y atrapó sus labios con vigor, con la fuerza del que consigue llegar a la meta que todos le pintaban como imposible.
Sus labios se separaron, sus oídos escucharon música y sus ojos comprobaron cómo todos los presentes habían continuado con la fiesta, dejando que ambos disfrutaran su momento dentro de su propio universo.
Minho miró de nuevo al chico a pocos centímetros de su rostro, y dio gracias por el sueño que empezaba a ser su vida.
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Tu moneda de Acero
Fanfiction"No quiero que el destino se acuerde de nosotros, quiero que nos olvide, como si nuestro idílico cuento fuera una invención jocosa del viento, y que cualquier mínimo rastro quede sepultado bajo la nieve que todavía no cae. -Jisung". ¿Conseguirá Minh...