FINAL

20 5 3
                                    


“Te guardaré aquí, dentro de este arco, así, cada vez que toque una canción sentiré que tú estás a mi lado.”

Sus propias palabras atacaban sus pensamientos como un enjambre de abejas emocionadas mientras cerraba el maletín para acompañar a Minho en esta nueva aventura.

Lo había visto actuar en doble daga unos días antes y se había quedado impresionado, Minho representaba tan bien su papel de tirano en la obra, que Jisung por unos momentos no lo reconocía, no tenía ni idea de quién era la persona que hablaba y gesticulaba de esa forma tan diferente a él, sin duda, era un gran actor, por no decir de los mejores.

Los habitantes de Alea que acudieron a ver la actuación con intención de burlarse, suplicaron perdón, deseando haber aprendido a presenciar antes de juzgar.

Dos días después todo el reino se había enterado de que ambos amantes se irían a vivir al otro lado del mar, y la noticia había desatado una miríada de opiniones dispares como era de esperar, pero a Jisung no le importaban lo más mínimo sus opiniones, el sordo siempre cree que los que danzan están locos, y los habitantes de Alea no tenían el oído lo suficientemente fino, como para escuchar la felicidad en su pecho, por eso no lograban entender sus actos.

Estaba cerrando su última maleta cuando su madre entró en el cuarto con los ojos ahogados en orgullo.

Se acercó a él y acarició su cabello con la delicadeza de quien toca los pétalos de una flor única en el mundo.

—He estado pensando mucho estos días, ¿sabes?—Posó sus dedos sobre el lunar en su mejilla— En el cambio tan grande que has tenido para bien estos últimos meses—Sonrió con ternura en la mirada.—Alguien dijo una vez que las personas suelen cambiar por otras personas, y sus palabras no pudieron ser más acertadas, porque los dos cambios más grandes que has tenido en tu vida, han sido por la misma persona… Minho te hizo caer en la oscuridad, pero también regresó para mostrarte la luz, por eso creo que es el indicado para tí, porque los sentimientos que algún día florecieron en tu pecho por él te hicieron crecer, en todas las formas que alguien puede llegar a evolucionar, y no puedo sentirme más feliz al saber que os acompañéis el uno al otro en esta nueva etapa, a pesar de que eso signifique tenerte lejos de mí—Besó su frente y su hijo no tardó en aferrarse a su cuerpo.

—Regresaré a casa cada vez que pueda, y enviaré cartas para tenerte informada de cada mínimo detalle de mi día a día, te lo prometo mamá—Lágrimas cayeron, y un sentimiento nuevo brotó en su pecho, pero no pudo centrarse en él al sentir los latidos de su madre sobre los suyos.

—Sé que lo harás hijo, sé que lo harás-Susurró contra su cabello dejando que varias lágrimas mojaran sus suaves mechones.

Esa noche la cena tenía un sabor agridulce, todos estaban felices de que Jisung tuviera la valentía de perseguir su sueño y construir su propio camino, pero ninguno de los presentes quería soltar tan pronto al pequeño de la familia.

—Muy bien, es momento de brindar porque el futuro de Jisung sea tan prometedor como parece, y por que regrese a casa con una sonrisa—Levantó su padre la copa de vino y todos lo siguieron sonriendo, la despedida sería dura, pero el motivo se merecía todos los brindis que el vino del reino pudiera permitir.

[...]
El sol había despegado sus párpados un amanecer más e iluminaba los rostros emocionados y melancólicos de la familia Sangre de Acero, miles de besos y abrazos arropaban al príncipe a partes iguales, incluso el mayordomo Choi se había acercado a despedirlo.

Changbin y Chris, que siempre lo habían tratado con burlas, ese día lo observaban como pájaros nerviosos por el primer vuelo de su ser más querido, llenando el corazón de Jisung de sensaciones nuevas y emotivas.

Tras despedirse de todos se volteó y los ojos de Minho como dos imanes provocaron un descontrol en el acero de sus venas, erizando cada trozo de su piel y desordenando sus latidos bajo el recorrido que estaba haciendo a cada centímetro de su cuerpo, como si quisiera asegurarse de que era él, acompañado de una sonrisa torcida en sus labios.

Se acercó con la intención inútil de saludarlo formalmente pero el cobrizo unió sus labios con fuerza, para unos segundos después pegar sus frentes y susurrar sobre su aliento:
—Todavía no me creo que estés aquí…—Su corazón se pasó por alto varios latidos que no vio necesarios.

—Yo no me creo que esté aquí para acompañarte y no para despedirte—Sonrió todavía sobre su boca.

—Chicos… El barco zarpa en cinco minutos—interrumpió Lizz.

Tomaron un poco de distancia, Jisung entrelazó sus dedos, para sentir la seguridad de lo que estaba sucediendo, esta vez no se le escaparía, esta vez no quedaría en tierra observando la estela que se había tragado su mundo, esta vez no.

Ya subidos al barco, se acercaron a la barandilla y saludaron a la familia de Jisung sin separar ni un solo milímetro sus huellas dactilares, tan pegadas que podrían convertirse en una sola.

—Por mucho que aprieto tu mano me cuesta creer que estoy a tu lado—Confesó mordiendo su labio inferior.

—Estás a mi lado Jisung, estoy contigo, estamos juntos, y jamás nos separaremos de nuevo—Acercó su rostro con la mano libre y dibujó un beso en su frente.

—¿Lo prometes por el arco que un día firmaste?.

—Lo prometo por el amor con el que lo firmé.

[...]

Si alguien le preguntara meses atrás a Jisung cómo definiría el amor, de seguro las palabras que atravesarían su boca como flechas cargadas de veneno serían parecidas a: “Una espina con máscara de rosa, un túnel sellado con ladrillos de diamante, un tren descarrilado hacia un lago infinito, un cielo sin mar, un destino sin futuro…”

Pero en estos momentos el amor era una segunda oportunidad coloreada de primera, “su” firma en un trozo de madera eterno, un beso tras la furia de las palabras, un secreto guardado bajo llave lo que dura una vida, una melodía que calma el temor del coraje…

El amor eran sus sentimientos convertidos en una nueva partitura, tal vez atrapados entre las páginas de un libro, quizás guardados en un cajón.
Pero jamás sentimientos desprendidos de las cuerdas de su corazón.
Esas cuerdas que al igual que las de un violín, pueden estirarse, oxidarse y romperse, pero siempre encontrarán la forma de volver a ser.
En cada una de ellas se esconde un latido,
un suspiro, una risa, un lamento, o una eterna memoria.
La vida de Jisung y Minho siempre había estado envuelta por esos gráciles lazos
que el tiempo no pudo borrar, ni la distancia separar, por eso ahora, en cada nota que resuena entre sus dedos, descubro un amor que nunca termina.


Tu moneda de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora