Capítulo 1

34 8 0
                                    

“-Si algún día me voy… Puedes guardar mi recuerdo en el sitio más inolvidable, para que estos instantes jamás dejen de existir.

-Te guardaré aquí, dentro de este arco, así, cada vez que toque una melodía sentiré que tú estás a mi lado.”

El violín descansaba en el hueco de su cuello sintiéndose seguro, mientras Jisung aprisionaba las cuerdas con los dedos de su mano izquierda, usando la fuerza estrictamente necesaria para hacerlo vibrar en las partes más altas de la canción, ignorando el leve dolor, porque la pasión era más fuerte, en su otra mano, el arco imitaba el vaivén de las olas moviéndose al ritmo de sus sentimientos mientras sus hombros seguían el mismo compás, sintiendo como sus pies se despegaban del suelo en alguna nota que emocionaba su corazón.

La canción llegó a su fin con una nota afinada a la perfección, y los aplausos rebotaron contra las ventanas de acero dentro del castillo.
—¡Aplaudan al príncipe Han, aplaudan!—Gritaba el mayordomo Choi sin pizca de vergüenza.

Jisung acostó con la mayor delicadeza el violín en su estuche y se bajó del escenario.

—Basta por favor, me hará sonrojar—Comentó estirando su traje blanco sin perder su postura recta.

—Es increíble alteza, me emociono cada vez que lo escucho.

—Deje de exagerar señor Choi, lleva escuchándome tocar desde que tengo uso de razón, estoy bastante seguro de que a estas alturas ya debe detestar los violines.

—Podré aborrecer cualquier violín en el reino príncipe Han, pero jamás uno que se encuentre entre sus manos.

—Muchas gracias por sus palabras señor Choi, de todo corazón se lo agradezco.—Posó su mano derecha sobre su hombro antes de caminar hacia la mesa de los cócteles.

—Agh, la fiesta de esta noche está siendo soporífera—Resopla Chris a su lado.

—¿Qué diablos significa soporífera Christopher? ¿Estás teniendo clases extra de literatura?.

—Cómo se nota que jamás has tenido entre tus manos eso que la humanidad llama libro.

—No estoy interesado en sujetar ningún objeto que no emita sonido.

—Soporífera significa que es un verdadero tostón, adormecedora, desesperante, taaan aburrida que provoca ganas de dormir—Explica Changbin colocándose en medio de sus hermanos.

Jisung sujetó entre sus manos una copa de ponche y dejó que sus labios se mojaran con el líquido de color púrpura, estaba amargo, dibujó una mueca de disgusto en su rostro y alzó la mirada hacia el público, ese sábado el castillo parecía estar más lleno de lo normal.

Las escaleras estaban abarrotadas de personas que subían y bajaban con agilidad,luciendo sus trajes de fiesta, y algunos ya ebrios llevándose las guirnaldas por delante y usándolas de bufanda.

—Creo que la noche está a punto de ponerse interesante, mirad quién acaba de atravesar la puerta—Apuntó Chris con un leve movimiento de cabeza y una sonrisa pícara que alertó a Jisung de inmediato.

Los otros dos chicos siguieron el recorrido de su mirada y Jisung sintió como un fuego quemaba y dividía su pecho en dos al ver de nuevo esa silueta, tras un año de intentos por borrarla de los confines de su mente.

Lo había hecho, se había atrevido a cruzar el marco de acero que los separaba, con su esposa colgada de su brazo como quien lleva una chaqueta de traje, después de prometer que jamás regresaría.

El barón Minho se paseó por el salón del Castillo Sangre de Acero fingiendo una mirada curiosa, como si no conociera de memoria cada uno de los rincones de esa mansión como la palma de su mano.

—¿Qué hace un Cobrizo vistiendo un traje negro? Creí que su familia tenía como norma vestir siempre de color cobre, para que pudieran reconocerlos hayá dónde sea que vayan—Objetó Christopher.

—El barón Lee tiene como norma no obedecer las normas—Comenta Changbin tomando también una copa de ponche entre sus labios curvados ocultando su diversión.

Jisung seguía estático en su sitio, creyó que once meses y veintitrés días serían suficientes para poder verlo y que su corazón no montara una escena…
Debería haber sabido que llevar la cuenta mental de los días es una clara señal de que el corazón todavía no olvida.

Una arcada hizo presencia en su garganta al reparar de nuevo en la mano de esa mujer, cubierta con un guante de seda, Jisung estaba seguro de que debajo de la delicada tela sus nudillos estaban blancos de tan fuerte que se aferraba al brazo de Minho.

—Vaya Jisung, es la primera vez que te veo tan interesado en una mujer, no le has quitado el ojo de encima desde que entró—Se mofó Changbin.

—A Jisung no le interesa la mujer, sino lo que ella tiene—Comenta de nuevo el mayor con burla.

—¿Por qué no vas a lamerle las suelas al zapatero del pueblo y me dejas en paz?.
—Espetó, sujetando con brusquedad dos copas de ponche y vaciando el contenido en su boca en cinco segundos, a la mierda el sabor amargo.

Estaba a un paso de proclamarse a sí mismo como el más beodo del Reino de Alea.

Los abalorios de color púpura que colgaban del traje de Minho como una cascada en invierno, se balanceaban a los lados cada vez que hacía el más mínimo movimiento y Jisung empezaba a sentirse mareado, claro que tal vez su mareo no solo se debía al brillo de los abalorios, sino a la mezcla de sentimientos encontrados que discutían a ambos lados de sus costillas.

El Cobrizo se fue acercando poco a poco a los hermanos que permanecían escondidos tras la torre de cristales sabor amargo y el ambiente se caldeaba cada vez más a medida que las copas se iban vaciando por un Jisung demasiado nervioso.

Tragó con fuerza cuando el paseo de Minho llegó a su fin y se detuvo junto a ellos.

—Barón Lee ¿A que debemos el placer de su presencia?—Preguntó con sorna Chris, claramente deleitado con la situación.

—Siempre es buen momento para acercarse a escuchar la variedad musical de los Sangre de Acero—Su mirada se dirigió de forma descarada hacia el príncipe, pero Jisung no levantó su vista de la montaña de copas en ningún momento, meditando si debería tomar una más.

—Creí que nuestra música había dejado de interesarle.

—Está equivocado príncipe Christopher, la música no ha dejado de interesarme en lo absoluto, sobre todo el violín, pero estuve muy escaso de tiempo últimamente.

—No habrá más violines esta noche, es una lástima que haya llegado tarde a la última canción—Habló Jisung por primera vez apretando la mandíbula.

—Pero Jisung, todavía te queda una canción—Le replicó Changbin en el oído.

—No voy a tocar para él, me prometí no interpretar nunca más una canción para sus tímpanos, y cumpliré esa promesa.

—No se trata de él, sino de toda esta gente que te está esperando—Señaló a los invitados sin levantar la voz—La canción “Chalybe” es la que cierra el concierto cada sábado, no puedes no tocarla.

—Nadie se morirá por no escuchar “Chalybe” un día—Rodó los ojos con fastidio y rabia.

—¿Un día? Tengo la sensación de que te comportarás así cada vez que Minho esté cerca, y algo me dice que ésta no será su última aparición por el castillo, tu deber es más importante que tu corazón Jisung, recuérdalo.

—¿Cómo podría olvidarlo, si me lo repites cada día?—Resopló tomando otra copa de ponche con la esperanza de reunir las fuerzas necesarias para subir al escenario y no caer en el intento.

Se volteó sin mirar al culpable de su desgracia, sabiendo que si lo hacía, su corazón pasaría por alto los siguientes latidos y no podría cumplir con su deber.

Subió los escalones y colocó el violín de nuevo en el hueco de su cuello, sin la seguridad de siempre, sintiendo desprecio hacia sí mismo por incumplir la promesa que un día se hizo, conociendo las altas probabilidades que había de fallar a su palabra.

Tu moneda de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora