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Shōto se había encerrado en aquél camarote luego de lo que pasó, no queriendo ver la cara de ese estúpido idiota que se le insinuó tan descaradamente

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Shōto se había encerrado en aquél camarote luego de lo que pasó, no queriendo ver la cara de ese estúpido idiota que se le insinuó tan descaradamente.

Odiaba la gente así.

Ese tipo de personas que a cada rato te coquetea directamente sin motivo alguno y sin importarle si te molestabas o algo.

Y definitivamente ese rubio oxigenado no era la excepción.

¡Incluso lo obligó a cambiarse de ropa! Y seguro que era solamente para verlo semidesnudo, pero por suerte no logró verlo ni nada de eso.

Y su tripulación era definitivamente igual a él.

Aún recuerda como el chico rubio con una hebra negra en el cabello le dijo aquello a la pelirosa, justo frente a sus narices. Y el como todos rieron cuando Katsuki hizo aquél comentario insinuante. Todos menos esa chica de cabello morado que se notaba ser la más seria de todos ellos.

Lo decía por la forma en que se notaba lo educada que era y lo poco que quería llamar la atención. Era callada y se notaba a la vista.

Pobre chica que estaba en una tripulación llena de imbéciles de quinta.

Y luego se hacen llamar los piratas más buscados. Si como no.

«Solo son un par de idiotas que la pasan todo el día bebiendo ron»

Gruño con molestia, cruzándose de brazos sobre su pecho y mirando a la nada sin saber que hacer.

Su estómago gruñía a cada rato, pidiéndole algo de comida para poder llenar su estómago hasta que vuelva a tener hambre. No era alguien con un metabolismo muy grande, pero no iba a mentir cuando dice que come por dos personas. Aunque claro, tiene sus horarios. No es como Inasa que se la pasa todo el tiempo comiendo y despistándose con la comida.

Salir no era una opción, ya que no quería llamar la atención de los demás afuera, más exactamente de Katsuki quien parecía estar dispuesto a molestarlo todo lo posible. Pero tampoco podía quedarse con hambre por tanto tiempo o le daría algo.

Incluso llegó a pensar en que lanzarse al mar no era tan mala idea. Ya ha sobrevivido a tiburones antes, así que no sería tan mala idea. Además de que nada bastante bien.

Recuerda vagamente la vez que estaba con su hermano y su tripulación en el barco de este. Habían desembarcado en una isla para recoger un par de cosas, y Jin lanzó a Keigo al agua. El pobre pataleo como un niño temiendo ahogarse, sin saber que estaba en la orilla del mar. Tan tonto como siempre. Luego de eso todos se habían burlado y Keigo hizo un comentario sarcástico.

Ay sí, que graciosos. Si quieren pueden venir y nadar conmigo. Y se hacen llamar amigos...” aquellas palabras combinadas con el tono gracioso de Keigo fue lo mejor, y solo había aumentado las burlas.

Inevitablemente rió, al darse cuenta de que su ex-novio es un anormal por completo. O bueno, toda la tripulación de su hermano está llena de anormales con problemas mentales. Mucho más el loco de Tomura.

Eres mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora