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Bakugou gruñe hacia el rubio frente a él, quien está amarrado a un poste de madera por órdenes suyas en un intento de que no escape. Pues de por sí fue bastante difícil atraparlo, no quiere que vuelva a escapar y armar un lío en el pueblo nuevamente. Ya tuvo bastante con que varios puestos sufrieran las consecuencias.

—¿Quién eres tú, maldito ladrón?

—No soy un ladrón —corrige el de ojos miel, parpadeando.

—¿Entonces qué hacías corriendo por el pueblo como si fueras uno? —cuestiona esta vez Ochaco, cruzada de brazos mientras lo observa con desconfianza.

—Bueno, todos los piratas somos considerados ladrones, por lo que, sí, soy un ladrón. Pero la razón por la que estaba corriendo por el pueblo es otra —aclara entonces, resignado—. Soy Keigo, y vengo a buscar a Shouto Todoroki.

El cenizo suelta una carcajada, divertido.

—No, ¿enserio? —sonríe ampliamente, levantando las cejas—. Pues lamento decirte que no lamento decirte que ni siquiera podrás verlo.

—Tal y como te describió Inasa. Eres un desgraciado —hunde el ceño, soltando una exhalación—. Escucha, esto es un asunto importante. No pienso hacerle nada malo, solamente estoy aquí por orden de su padre. Y si no lo llevo conmigo, su viejo me hará pollo asado muy probablemente.

—En ese caso, espero que seas un buen pollo asado. Porque él es mi prisionero y no te lo llevarás ni aunque intentes intercambiarlo por dinero —concluye, dándose la vuelta y dando la orden de lanzar al mar al rubio.

—¡Oh, vamos!

No presta importancia al reclamo del llamado Keigo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón mientras saca un pedazo de cáscara de manzana de entre sus dientes con la uña de su dedo meñique. Mira hacia la nada por algunos minutos, desinteresado.

¿Quién se cree ese tipo para llegar a su hogar, destrozar varios puestos cuando intentaron alcanzarlo para dejarlos atrás, mostrar total calma en todo momento y luego decir que se llevará ya sea involuntariamente a Todoroki? Nadie que se atreva a hacerle algo así en un solo día sale con vida. Y ese tipo no será la excepción. Porque pronto estará nadando con los tiburones.

—¿Keigo?

Dirige su mirada hacia el bicolor que se acerca hacia ellos con curiosidad, mirando directamente al rubio de ojos casi dorados.

«Así que lo conoce... genial, lo que me faltaba» pronuncia con fastidio en su mente, bufando cuando Shouto camina hacia Keigo con rapidez.

—¡Pastelito, qué bien que llegas! ¿Podrías explicarle a estos tipos que no soy una amenaza? —siente un tic en su ojo cuando escucha el apodo con el que llama a Todoroki, frunciendo el ceño con irritación.

—Sí, claro. Chicos, él es Keigo Takami. Es un viejo amigo —dice Shouto, desatando las cuerdas que unían a Takami con el poste—. Él es parte de la tripulación de mi hermano mayor, y créame cuando les digo que es un terrón de azúcar.

—Uff, si eso se nota en el aspecto —Mina sonríe coqueta al rubio, quien levanta la mano a modo de saludo con calma.

«Esto debe ser una broma»

—¿Qué haces aquí? —le cuestiona el bicolor, levantando una ceja con curiosidad.

—Enji-san te quiere devuelta en casa, ya sabes. Musutafu ya no es lo mismo sin tí y tu tripulación.

—¿Y cómo sabías que estaba aquí?

—Rumi me ayudó a llegar, encontré tu barco y me sorprendí al no verte ahí. Pero luego tus grumetes me explicaron que hablas sido secuestrado por el famoso Katsuki Bakugou —exhala leve, encogiéndose de hombros.

Eres mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora