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La hora del desayuno trascurre velozmente, en menos de segundos ya todos se encuentran paseándose por el pueblo o haciendo algunas tareas al azar.

Shouto había optado por quedarse cuidando a los pequeños Eri y Kota, puesto a que Aizawa estaba un poco ocupado y no podía llevarlos con él a cada lugar que fuera. Por lo que, inmediatamente, informó al azabache que él podría quedarse cuidándolos mientras el mayor hacía sus cosas.

“—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

—Claro, ¿por qué?

—Uhm... Kota a veces es bastante... hiperactivo y grosero, pero supongo que ya estás acostumbrado teniendo a alguien como Bakugou encima tuyo, ¿cierto?

—Ah, sí, sí. No se preocupe”

Había tenido la idea de que Aizawa era más discreto y respetuoso, pero no. Ese tipo lo dice todo directamente sin vergüenza alguna.

Eso explicaría el porqué Bakugou le dijo que no sería buena idea ayudar a ese “viejo amargado del infierno”.

Aún así, no se arrepiente de nada.

A pesar de que ahora está obligado a contestar cada curiosa pregunta que le hace Eri.

—¿Tú y Katsu-san son pareja?

—¿Por qué todos preguntan eso...?

—¡Porque lo parecen! —aclaró con una sonrisa que se extendía por sus mejillas, abriendo los ojos con entusiasmo—. ¡Además, él siempre hace caso a tus órdenes! ¡Es como tu esclavo!

—¿No eres muy pequeña para hablar sobre cosas como esas? —levanta una ceja, divertido.

—Tengo ocho años señor Shouto-san.

—Aún así, a tu edad yo no sabía qué era una pareja y pasaba todo el día en un bote a la orilla de la playa —ríe suavemente, negando con la cabeza. Da un sorbo al té imaginario dentro se la taza que le ha dado la infante.

Eri hace un puchero, inclinando la cabeza.

—Papá Shouta no me deja acercarme mucho a la playa, dice que es peligroso.

—Y lo es. Créeme, estás mejor aquí en casa con tu hermanito. Pero ey, en serio deja eso de los novios. Creo que estás escuchando con demasiada atención lo que dice Ashido.

—Mhm, bien. ¡Oh, el té está frío! Creo que he estado hablando demasiado y se me olvidó el té por completo —su rostro se contrae en una mueca de tristeza, frunciendo los labios.

—Ten el mío, de todos modos no tengo sed ahora —le extiende la taza.

—¡Oh, no! No se preocupe señor Shouto-san, no quiero quitarle su té.

—Por favor, acéptalo. Y no es necesario que me llames “señor”, pequeña.

—Uh, okay. Gracias.

La infante toma la taza, sonriendo en agradecimiento como si fuera algo realmente importante.

Él niega con la cabeza, riendo. Observa a Kota jugando con un ratón blanco al que bautizó como “Soren”. Según él, el ratón es como el hermano que nunca tuvo o algo así. Cosas de niños.

Informa a Eri sobre que iría donde Kota, y esta asiente con una sonrisa leve.

—Hola —pronuncia suavemente al estar a su lado, sentándose en el suelo.

El menor lo observa con curiosidad, parpadeando.

—Uhm... hola.

—¿Puedo saber qué estás haciendo?

Eres mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora