IV

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El ejército, al llegar la noche, se dirigió a cenar en una posada del pueblo «Posada Inkel para foráneos», y ahí se reencontró la tropa completa. Sonia se había sentado en la punta de la mesa, demostrando su estatus de líder, mientras que Akane y Saiyu se habían sentado en sus dos lados, comiendo ambas pescado. Akane se había quitado su gran capucha negra para descubrir una blusa del mismo color, y sus pantalones de cuero en el que llevaba un cinturón para pócimas vacío. Al ser una hechicera morganiana solía involucrarse más con la filosofía de la magia que la magia misma, y fue la que le enseñó a Aiki la leyenda de las columnas durante su estadía en Norkele: Dos columnas ubicadas en una parte del mundo, una absorbía energía del universo y otra la introducía en los cuerpos que estén dispuestos a recibirla para transformarla en magia. Siempre llevaba una actitud muy seria, cosa que normalmente a la tropa le daba algo de miedo, o quizás respeto. Sonia, en cambio, se la pasó toda la noche reprochando a Aiki y sus amigos de no haber hecho lo posible para rescatar a los ministros del grupo de terroristas Akomar.

A pesar de que no hacían tanta presencia, otra amenaza en ese lugar eran los grupos nacionalistas haigerianos; otro peligro más del montón, aunque menor a lo que se habían enfrentado.

—Solamente espero que al menos tengan la decencia de no despertarme por la noche con alguna de sus idioteces —espetó Sonia al ejército, aunque Aiki sabía que se refería en especial a Samirina, y que la miraba en especial a ella, quien en Norkele solía escaparse por las noches para regresar con una caja de alitas de pollo, y hacía ruido en el camino.

Toda la tropa asintió con la cabeza.

—Bien, hoy fue un día de fracaso —dijo Sonia—, en especial porque no logramos rescatar con vida a los ministros desaparecidos. Ahora deben enfocarse en seguir aprendiendo, porque con como vamos, estamos en el horno.

—Yo seré su tutora en lo que sería la filosofía de la magia, mientras que Sonia se encargará de la práctica tanto de magia como de pelea física. —dijo Akane a Sonia.

—¿Crees que te obedecerán? —inquirió Sonia.

—Yo me encargaré de eso, Sonia —contestó Akane—. Si enseñas bien, los alumnos saben escuchar.

Sonia hizo una mueca ante esa respuesta, sin embargo, no dijo nada. Por otro lado, Saiyu levantó la mano, y Sonia le dio la palabra.

—Yo enseñaré todo lo relacionado a la ciencia —dijo Saiyu—. Hay mucho por descubrir aún, pero la ciencia estudia mediante el método científico todo el funcionamiento del universo, sin embargo, yo les enseñaré los estudios respecto a la magia. —agregó. Aiki sabía de lo que hablaba, ya que la visión científica del funcionamiento del sistema mágico en el planeta Soka hacía referencia a la energía oscura del universo, la cuál se podía usar para crear materia, ya que el estado natural del universo es el "algo" y no la nada. Aiki en seguida se dio cuenta de que estaría escribiendo números en un papel para hacer cálculos durante todas esas clases, aunque no sabía que temas nuevos iba a tocar Saiyu.

—Bien, nos conformaremos de esa manera este año. —dijo Sonia.

La tropa aplaudió, aunque lo hizo más que nada por compromiso, más sabían que tendrían que aguantar a Sonia durante toda su estadía en Dako.

La cena terminó, Hayley reñía a Koichi, el mejor amigo de Aiki, por su forma salvaje de comer.

—¡Pareces un muerto de hambre! —gruñó Hayley—, si no te moderas terminarás con vómitos.

—Es que no viste como comía Samirina —contestó Koichi— ¡se terminó su plato dos veces, y nosotros recién íbamos por el primero!

—¡Es que ella sí se estaba muriendo de hambre en el bosque de Norkele!

Aiki se les acercó.

—Una pregunta...

—¡Dile a Hayley que tampoco comí como un cerdo! —interrumpió Koichi.

—No, si comiste bien, la que comió de más fue Samirina —contestó Aiki—, aún no sé cómo hace para permanecer tan delgada.

—Tendrá un metabolismo más rápido por genética —replicó Hayley—; Saiyu explicó como funcionaba el metabolismo cuando regresábamos a Skirmofe después de nuestra expedición en Norkele.

—Yo no sabía eso —dijo Koichi.

—Porque nunca escuchas, solamente hablas —regañó Hayley—. Si hablaras menos, escucharías más.

—Chicos, ¿Alguien ha visto a Luna? —preguntó Aiki—, la he perdido de vista desde que llegué a esta posada.

—No te preocupes, Aiki —contestó Hayley—, los gatos suelen ser muy independientes, y si les das comida aunque se vayan en algún momento regresan.

—¿Estás segura? —preguntó Aiki.

—Completamente. —afirmó Hayley. En ese momento el trío escuchó un grito que provenía de uno de los cuartos de la posada; en específico del cuarto que correspondía a Sonia. La puerta se abrió...

—¡DE QUIÉN ES ÉSTE GATO! —gritó Sonia con una expresión de furia en su rostro, y observó fijamente a lo lejos a Aiki junto a Koichi y Samirina.

—¡Oh, vaya! —exclamó Hayley.

—¡Vaya, vaya... vayan-se! —exclamó Koichi en un tono que expresaba cierto temor, y mientras se dirigía hacia la escalera para alejarse del lugar, Hayley lo sostuvo del cuello de su playera, con cierta seguridad. Aiki se acercó tímidamente a Sonia, y vio que ella sostenía del pellejo a Luna, su gata negra, quien en su boca mordía una bota.

—¡Luna! —exclamó Aiki.

—¡¿Por qué no vigilas a tu mascota?! —gruñó Sonia, su cabello rojizo brillaba un poco—, ¿Ves está bota? ¡Es mía! ¡Y también desordenó todo mi cuarto!

—Perdón —contestó Aiki—, no volverá a pasar.

—Más vale que no, porque la próxima la envío en un portal hacia Zane. —refunfuñó Sonia mientras le quitaba la bota de la boca a Luna, y después la dejó en el suelo para volver a su habitación dando un portazo.

Koichi dejó de esconderse tras Hayley, mientras que Aiki no pudo contener más la risa, y aprovechó que Sonia había regresado a su habitación para comenzar a reírse.

—¿Que hiciste qué? —preguntó Aiki, entre risas, mientras agarraba a Luna del pellejo y le miraba la cara— ¡Bien hecho, Luna! —agregó.

—¡Le hubieras visto la cara a Sonia! —dijo Koichi—, ¡estaba roja de la irá!

—Koichi, creo que no deberíamos reirnos de las desgracias de Sonia —reprochó Hayley—, aunque por esta vez, admito que fue algo gracioso. —agregó, esbozando una ligera sonrisa en su rostro, mostrando un ademán de que intentaba contener la risa.

En ese momento escucharon unos pasos provenir de debajo de la escalera, aunque no se acercaron ya que aún permanecían alertas por aquello que les había ocurrido con Sonia, sin embargo, al final se dieron cuenta que era Samirina, y que estaba comiendo, debido a que ella hacía un sonido similar a un murmullo al masticar. Samirina se detuvo frente al trío, tenía una pata de pollo mordida en su mano, lo que confirmó que ella había robado un poco de las sobras de la cocina y se las hallaba comiendo.

—¿Pasó algo? —preguntó Samirina

—La gata de Aiki hizo un desastre en la habitación de Sonia. —respondió Hayley.

—¿Hizo un desastre en la habitación de Sonia? —preguntó Samirina—, ¿Y desde cuándo decidió copiarme?

Su pelo largo hasta el cuello, algo desordenado, descuidado y con rizos en las puntas resaltaba entre ellos.

—¡No me digas que también te metiste al cuarto de Sonia! —dijo Hayley.

—No... ella me da miedo, pero suena a algo que yo haría. —contestó Samirina, sonriendo en un tono burlón, cerrando sus grandes ojos.

—Creo que será mejor que nos vayamos a dormir antes de que nos metamos en problemas. —dijo Hayley.

—¡Excelente idea! —dijo Koichi—, antes de que Sonia vuelva a levantarse, prefiero estar en la cama...

Génesis: El faraón de Dako ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora