II - V

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Aiki y Koichi llegaron a un edificio que se hallaba a no más de dos cuadras del centro de la ciudad, junto a Sonia quien iba guiándolos. Según unos letreros en la entrada, estaban caminando dentro de un centro de entrenamiento para guardias, policías y militares, pero no se dirigieron hacia el campo, sino que caminaron por los pasillos del lugar; el suelo hecho de mármol color marrón rojizo resaltaba la importancia del lugar. El pasillo era ancho, y las paredes eran decoradas por un montón de trofeos y medallas, tanto como panfletos acerca de la milicia de Dako. Entraron por una puerta.

En el centro de la habitación se hallaba Saiyu, quien iba con su típica bata de laboratorio de Skirmofe, y llevaba un libro en su mano, el cual decía en su inscripción "Criaturas de la fauna de Soka", escrito por Dara Krismov.

—Siéntense. —dijo Saiyu.

Los chicos se sentaron en unas sillas que se hallaban al lado de la mesa dónde Saiyu estaba investigando. El cuarto presentaba paredes de piedra, y un par de ventanas lo iluminaban totalmente. Sonia se retiró por la puerta.

—¿Cómo están? —preguntó Saiyu.

—Bien —dijeron ambos chicos al unísono. Saiyu notó que ambos parecían desganados, quizás por su tono al hablar. Sonia no era del agrado de ninguno de los dos, sin embargo, Saiyu era la más buena de entra las líderes.

—No parecen tener ganas de estar aquí —repuso Saiyu—, pero creo que lo que les voy a decir los animará.

Aiki se sintió confuso, pues estar ante una líder lo hacía sentir que estaba siendo reprendido, sin embargo, al parecer ese no era el caso.

—Aprovechando que la sargento principal, Sonia, les dio libertad —explicó Saiyu—, y aprovechando el espíritu aventurero que tienen; puedo darles un tipo de encargo. —agregó.

Aiki y Koichi se miraron mutuamente

—¿Qué tipo de encargo? —preguntó Aiki——Bueno, yo estoy investigando acerca de la fauna que hay en Dako —dijo Saiyu—, y quizás haya algo que les vaya a ayudar —agregó, entonces abrió el libro, e hizo un golpe estruendoso cuando éste se cayó al suelo—... perdón, perdón. Ahí lo levanto.

Antes de que Saiyu se agache, Aiki lo levantó y se lo entregó.

—¡Gracias! —dijo Saiyu.

Saiyu abrió el libro, y buscó entre sus páginas. Los jóvenes observaron detenidamente hasta que ella llegó a una; en ella se podía ver una especie de hongos ; estos tenían patas y ojos.

—Necesito que me encuentren unos cuantos de estos —dijo Saiyu—; en su nido suelen tener un néctar que me es de utilidad para una pócima que quiero hacer.

—A todo esto —intervino Aiki—, ¿No es mejor preguntarle a Samirina? Quizás ella sepa.

—Ella compra sus ingredientes en el mercado con el dinero mensual que le da el ejército y el néctar está algo caro —dijo Saiyu—... pero si averiguamos la ubicación de estos seres, entonces podremos tener el néctar de forma gratuita. Es bastante sencillo.

—Está bien —contestó Aiki—. Quizás esto nos mantenga algo ocupados en estos momentos...

Génesis: El faraón de Dako ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora