II-I

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En las puertas de la casa de gobierno se encontraban Aiki, Koichi y Samirina. Ésta última había agarrado un frasco de una pócima de las muchas que tenía guardadas.

—Vamos, no quería usar esto ya que es peligroso —dijo Samirina—, pero voy a tener que hacerlo.

—¿Qué hace eso? —preguntó Koichi.

—Vuelve invisible a quien lo bebe durante dos horas —contestó Samirina—, aunque bebiendo un vaso de leche hace que el efecto se te vaya más rápido.

—¿Alguna vez oíste que te digan "La loca de las pócimas"? —preguntó Koichi—, porque yo sí.

—Sí, así me decían —contestó Samirina—, es cosa del pasado.

—Y no tan pasado. —contestó Koichi.

—Éste frasco se lo daré a Aiki porque es el valiente de nosotros —dijo Samirina—, y porque no me dice cosas que duelen. —agregó haciendo referencia a lo dicho recientemente por Koichi.

—No lo dije yo, lo dijo todo el pueblo que estaba frente al bosque donde vivías. —contestó Koichi.

—Aún así, creo que Aiki es el más Idoño —repuso Samirina.

Idóneo. —corrigió Aiki.

—Muchas gracias, Hayley —repuso Samirina en un tono sarcástico—, vamos, bebe esto.

Aiki bebió un poco de la pócima, y Samirina se la quitó dándole un límite

—Una pregunta —dijo Aiki—; ¿Por qué dijiste que tomar esto era peligroso?

—Bueno: si te tocan te pueden encontrar, si haces mucho ruido también, y si no te vas cuando desaparece el efecto te vuelves visible para todos —replicó Samirina—... Ah, y también puede darte diarrea, náuseas y sarpullido —agregó en forma de plus—, aunque eso del sarpullido es raro que ocurra.

—Y ahora me lo dices. —replicó Aiki.

Samirina esbozó una sonrisa pícara pero a su vez inocente en respuesta.

—¡Aiki! —exclamó Koichi— ¡Mira tus manos!

Aiki se miró las manos, pero no vio nada; se estaba volviendo invisible.

—Oh, no me veo —dijo Aiki—. Supongo que pronto ya podré entrar.

—Ya nosotros no podemos verte en absoluto —dijo Koichi—, mientras hablabas el efecto avanzó rápidamente.

—¡Soy invisible! —dijo Aiki.

—Aún así, tendremos que entrar al vestíbulo para que así, si alguien se encuentra ahí, no se crea que la puerta se abrió sola.

—¡Adelante, entonces! —dijo Aiki.

Koichi abrió la puerta permitiendo el paso de Samirina, y tras ella iba Aiki. Después entró él, y cerró la puerta. Ambos se sentaron en una pequeña banca que se hallaba en una de las paredes hasta que llegó un recepcionista, en cambio Aiki subió por las escaleras.

—¿Buscan algo? —preguntó el recepcionista.

—Buscamos a Sonia —mintió Koichi.

—Ahora mismo está en una reunión muy importante y exclusiva con el presidente, pero pueden quedarse sentados aquí y esperar hasta que baje.

Aiki oyó eso, y decidió que antes de salir le tomaría el hombro a Koichi para avisarle de su presencia y le susurraría en el oído para avisarle. Subió por las escaleras, y llegó al primer piso. Lo primero que notó es una banca dónde encontró a las líderes sentadas, quizás esperando a ser atendidas, y tres puertas diferentes. La pared estaba hecha de una madera refinada, y en ella habían cuadros; eran de todos los presidentes que habían asumido el poder a lo largo de la historia. Observó unos minutos al que decía Octavio Kurum, hasta que oyó a alguien abrir la puerta. Una mujer con un vestido formal salió.

—Pasen —dijo la mujer—, el presidente las espera.

Las chicas pasaron y Aiki pasó detrás de Sonia, quien estaba primera; eso para evitar que la asistente del presidente lo toque por accidente al momento de cerrar la puerta.

—Hola, chicas. Siéntense por favor —dijo Cefeo. Las líderes obedecieron—. ¿Qué las trae aquí? ¿Tienen noticias sobre los ministros desaparecidos?

—Malas noticias, la verdad —dijo Sonia—, durante el rescate fueron asesinados por los dunnhitas de aquel grupo terrorista.

El presidente adoptó un ademán cabizbajo, sin embargo, se mantuvo firme para emanar respeto y autoridad.

—Bueno, no habrá nada más que hacer que avisarle al pueblo mediante una conferencia que tenga cuidado —dijo Cefeo—, sin embargo, otra preocupación está alertándonos actualmente. Ya nuestro parlamento, o congreso, como les guste llamarlo, aprobó una ley al respecto con el objetivo de solucionar este problema... ¿Conocen a Darko Muskov?

—Nosotras venimos de Skirmofe —dijo Akane—, así que no sabemos al respecto.

—Él es el criminal más buscado en la región, sin contar los grupos dunnhitas o los haigerianos. Lidera todo un imperio del tráfico de armas ilegales, pócimas y es dueño de muchos centros clandestinos de apuestas —explicó Cefeo.

—¿Nos vas a encargar encontrarlo? —preguntó Sonia.

—Si ustedes pueden ayudar, claro. Igualmente todas las autoridades locales lo están buscando. —explicó Cefeo. En ese momento escucharon un estruendo muy fuerte proveniente de afuera del recinto. Cefeo observó por la ventana para ver qué fue lo que lo causó, y las tres líderes hicieron lo mismo, no dejándole espacio a Aiki para observar sin correr el riesgo de tocar a alguna de las personas presentes.

—¡Corran! —dijo Sonia—, ¡No hay tiempo de regresar al hotel a alertar a la tropa, tenemos que combatir!

Entonces las chicas salieron por la puerta, Aiki las esquivó mientras se dirigían ahí y salió tras ellas. Bajó por las escaleras y encontró las puertas del lugar abiertas, sin embargo, en la banca no se encontraban ni Koichi ni Samirina. Cuando revisó hacia afuera vio que ahí estaban, pero observaban algo mientras hablaban con Sonia.

Génesis: El faraón de Dako ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora