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La tropa había despertado nuevamente y Sonia se había dispuesto ese día para viajar junto a ellos hacia la capital de Dako, Agorápolis. Ella quería visitar la casa del gobierno que se encontraba frente a Plaza Mercado, en la avenida central de la ciudad, con el fin de dar la noticia acerca de los ministros, en cambio, antes quería llegar al puerto para recibir a los miembros faltantes de la tropa que ella dirigía y representaba; de entre todos los barcos, algunos se habían retrasado a la hora de partir, así que varios dentro llegaron un día más tarde.

Aiki había desayunado, y almorzado junto al resto de la tropa un café tibio (tirando a frío) con las sobras del día anterior, debido a la falta de ganas de Sonia de calentarlo todo con un hechizo de tipo fuego. La carne estaba fría gracias a un encantamiento Glass conjurado por Akane la noche anterior con su bastón de madera mágico. Aunque Aiki había aprendido a conjurarlo, no podía hacer que dure mucho tiempo, y solamente podía lograr hechizos de ráfagas los cuales eran a corto plazo. Era un avance a comparación con su situación en Norkele, dónde no sabía ni siquiera hacerlos y le había salido accidentalmente un par de veces.

Durante la comida se sentó junto a Koichi, quien se hallaba frente a Hayley y Samirina. Después de terminar, el cuarteto se reunió en la puerta de la posada, la cual se hallaba en la calle principal y esperó al resto del grupo mientras hablaban sobre lo ocurrido la noche anterior. Aiki se había equipado con su mochila, y llevaba en sus brazos a su gata, Luna. Al final todos llegaron, y la tropa se fue al establo de la posada para montar en los caballos y partir; sabían que antes de llegar a Agorápolis tenían que cruzar un largo camino por el desierto, y fue así como lo hicieron.

Habían recorrido varios kilómetros cuando el árido desierto se había transformado en un precioso valle, y una hora más tarde comenzaron a presenciar las primeras edificaciones que habían advertido que estaban llegando a la capital de Dako. Media hora después llegaron al centro de Agorápolis, y desmontaron en un pequeño establo cercano a Plaza Mercado. La zona era muy concurrida por la gente, entre quienes abundaban los trajes elegantes con cola.

—¡Por fin llegamos! —exclamó Sonia.

Caminaron hasta la vereda en el centro. Muchos carruajes tirados con caballos, camúes (un animal bastante grande y tosco que parece un yeti que va en cuatro patas), y otros animales de aquello a lo que Saiyu conocía como "neofauna" (animales únicos y exóticos de Soka). Los edificios eran bastante altos, y tenían una estructura muy elegante.

—Bien —dijo Sonia, dirigiéndose a Akane y Saiyu—. Dejaremos al ejército dentro del hotel principal principal de esta ciudad y nos dirigiremos a la casa del gobierno para comunicar la mala noticia.

Aiki se sorprendió, puesto a que pensaba que ellos también entrarían, sin embargo, eso no pasaría. Samirina estaba bastante desilusionada al respecto, pero se mostraba aún así bastante optimista.

—Estoy de acuerdo —contestó Akane—, somos quienes representamos la tropa, así que es nuestro asunto comunicarlo.

—Por cierto, ¿Alguien sabe qué pasó con el resto del grupo de rango A? —dijo Saiyu algo tímida haciendo referencia a los altos mandos—, no los vi en Dako.

—Si te refieres a Ru y Sang, fueron asignados como primer y segundo al mando en otra tropa la cuál se dedicará a defender otro pueblo de este país. Pueblo primavera. —contestó Sonia.

La tropa terminó dirigiéndose hacia un hotel en la avenida principal de la ciudad Agorápolis. Ese lugar tenía fama de ser elitista, ya que solamente famosos, empresarios y políticos se habían hospedado en alguna de sus habitaciones. Sonia les asigno las habitaciones de un piso entero a los miembros del ejército, y se fue del recinto junto a Akane y Saiyu. A Aiki le había tocado hospedarse en la misma habitación que Koichi, y a su lado a Hayley le tocó con Samirina. Quizás haya Sido un gesto importante de Akane o Saiyu, sin embargo, a Aiki le costaba asimilar que Sonia haría algo así, si prefería tener al grupo dividido.

Aiki se sentó en un sillón dentro de la habitación, el cual era muy similar al que había encontrado en el refugio de los hermanos Baum en el desierto de los muertos, y comenzó a leer el periódico. Cada día cuando recién empezaba la tarde, en los hoteles de la ciudad solían repartir periódicos en cada una de las habitaciones para dejar al tanto a los huéspedes de las mismas de lo que ocurre en el país.

Actualidad de Dako

El gobierno decide reducir la emisión monetaria

La propuesta del ministerio de economía ha llegado a manos de Cefeo Astraios, nuestro actual presidente durante los próximos cuatro años. Esto pretende reducir la devaluación del Cerux (moneda local) al mínimo. Por otro lado, en el Parlamento aprobaron una ley que permite las apuestas legales con el fin de reducir los centros clandestinos y por lo tanto el crimen organizado. Se espera que dentro de los próximos meses se aplique está ley, así todos los centros de apuestas tendrán que ser registrados en una entidad regulatoria.

—Cefeo Astraios —dijo Aiki a Koichi—, con éste hombre se reunirá Sonia hoy.

—Y nosotros nos quedamos aquí —repuso Koichi—. Eso le quita toda la gracia. ¡Gracias, Sonia, por la idea!

En ese momento alguien toca la puerta, así que Aiki deja el periódico, se levanta del sillón y observa en el ojo de la misma; del otro lado se encontraba Samirina. Aiki abrió la puerta.

—¡Necesito que vean algo! —dijo Samirina.

Aiki la dejó pasar, y Samirina se sentó en el sillón que cuadraba una pequeña alfombra y tenía una abertura. Él, al igual que Koichi, se sentaron a ambos lados de la chica y observaron un espejo que ella tenía.

—Hoy vertí una pócima en la comida de Sonia, y ahora puedo ver todo desde su perspectiva con este espejo. —dijo Samirina.

Tanto Aiki como Koichi se sorprendieron ante la revelación de la pequeña muchacha de peinado salvaje, sin embargo, les dio curiosidad una pregunta.

—¿Acaso hacer eso no es malo? —preguntó Aiki.

—La pócima no tiene efectos secundarios... o bueno, quizás algo de diarrea —reveló Samirina entre risas—, además se va si el que bebe la pócima bebe más adelante un vaso de leche.

—Bueno, no soy Hayley para juzgar —replicó Koichi—, aunque parece que aún no te adaptas a la sociedad luego de haber vivido casi toda tu vida en un bosque.

El espejo, sin embargo, no mostró ninguna imagen.

—Esa cosa no funciona. —dijo Koichi.

—Se supone que funcionaba. Lo hice varias veces con ustedes mientras dormían.

—¡¿QUÉ COSA?! —preguntaron ambos al unísono.

—Bueno, no importa —contestó Samirina—, sin embargo, tengo curiosidad de saber qué cosas se hablarán en la reunión.

—¿No tienes alguna idea para que nosotros podamos participar? —preguntó Koichi.

Samirina hizo un ademán pensativo, y volvió a dirigirse a sus compañeros.

—Bueno, sí. —contestó ella...


Génesis: El faraón de Dako ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora