Estaban todos fuera del recinto, y Aiki se dirigió a tocarle el hombro a Koichi, pero lo vio. Había otro arácnido gigante aterrorizando a la gente. Aiki le puso la mano en el hombro a Koichi.
—Sargento, disculpa; ahora regreso —dijo Koichi a Sonia.
—¿Te vas así de rápido cuando deberías estar ayudando a detener a ese bicho? —inquirió Sonia, en un tono firme.
—Traeré a Aiki —repuso Koichi—; anda por aquí cerca.
—¿A ese inútil? —preguntó Sonia—, está bien, adelante.
Aiki lo agarró del brazo y lo dirigió hacia un callejón.
—Hazme volver a ser visible, Koi —pidió Aiki.
—Está bien —contestó Koichi—, a ver, tenía leche congelada porque Akane había conjurado un hechizo de hielo.
—¿Cómo hacen para que dure y no te coma la energía? —preguntó Aiki.
—Creo que una vez Hayley me dijo que venden unos objetos con forma de esfera que si los congelas, genera frío por dos días.
—Hazme visible entonces. —dijo Aiki.
—A ver si me sale el encantamiento... —contestó Koichi. Volteó y colocó sus manos en forma de triángulo, pero no ocurrió absolutamente nada.
—¿No se supone que tienes que visualizar el objeto que quieres atraer? —preguntó Aiki.
—¡Sí! —contestó Koichi—, pero... no me sale.
En ese momento oyeron unos pasos de una persona corriendo, Samirina se había acercado a ellos.
—¿Aún no le diste leche? —preguntó Samirina.
—No me sale el conjuro —contestó Koichi.
Entonces Samirina hizo el mismo gesto con sus manos, y algo comenzó a emerger del aire; era una botella de leche, la cual solamente tenía lleno un cuarto de su capacidad total.
—¡Bebe! —ordenó Samirina, dando la botella a Aiki. Él la abrió y bebió de ella, entonces se dio cuenta que su mano con la cuál la estaba sosteniendo, podía verse nuevamente. Se vio el cuerpo hacia abajo, y lo logró.
—Soy visible nuevamente, ¿Cierto? —preguntó Aiki.
—¡Por supuesto! —replicó Samirina.
—Está bien, pero ahora, si no vamos a atacar a ese bicho, Sonia nos matará. —repuso Koichi.
Ellos salieron del callejón, y lo que vieron era tan hilarante como aterrador; Sonia colgaba del arácnido, mientras que Akane se hallaba echando ráfagas al torso de la misma, y Saiyu estaba agarrada de una pata.
—¡Oh, mierda! —exclamó Aiki.
El grupo corrió hacia el arácnido, Aiki le lanzó un conjuro lanzallamas con su espada mágica, mientras que Samirina sacó varias de sus pócimas de su bolsa. Koichi, en cambio, se dirigió hacia el bicho, y comenzó a darle con su espada a otra de sus patas. El arácnido comenzó a caminar hacia Aiki, haciendo que quienes se hallaban encima de él se sacudan con cierta fuerza, pero se mantenían firmes.
Aiki echó otra ráfaga de fuego, mientras que Samirina echó una pócima, la cuál le pegó en la cara al arácnido, haciendo que se quede inconsciente.
—¡Ahora no te escapas! —exclamó Sonia, entonces con sus manos hizo aparecer unas cuerdas alrededor del cuerpo de la araña, atándola para que no se escape. Bajó de ella junto al resto, y todos se reunieron en Plaza Mercado.
—La derrotamos. —afirmó Saiyu.
—Parece que sí. —contestó Akane.
—¿De dónde vendrán tantas de éstas? —preguntó Saiyu.
—Creo que hay alguien que las está entrenando y contrabandeando. —respondió Sonia en un tono firme.
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Génesis: El faraón de Dako ©
FantasyAiki, un joven soldado, es enviado a una campaña en Dako con el fin de hallar a dos ministros desaparecidos. Hay sospechas de muchos grupos criminales e incluso de sus vecinos Dunnh, pero nadie sabe que una amenaza aún peor acecha el país. Llegó la...