- 05 - Los juegos.

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"You can take my name
But you'll never have my heart."
- Skyfall, Adele.

En un abrir y cerrar de ojos, pude presenciar la tristeza y el miedo
que cargaba tu mirada, y por los más breves momentos,
yo también tuve miedo,
¿pueden ellos leer mis ojos?

***


Amelia prometió ganar. Y lo haría.

Su mirada se desvió hacia los jueces, quienes, a primera vista no parecían ser unos meros policías. Sus posturas y miradas dictaban una arrogancia insoportable, digno de un comandante.

Amelia lanzó otra daga hacia la placa.

Y como siempre, su puntería nunca falla.

El sonido punzante de los cuchillos chocando contra la madera rasposa retumbó la arena, cortes limpios y rápidos, sin titubeos.

Bien, la primera fase ya está hecha.

Amelia no dejaría que el miedo la consumiese. Con la cabeza alta, se dirigió a pasos lentos hacia el siguiente obstáculo.

Un muro, con algunas provisiones esparcidas por el suelo.

Que amables, Amelia pensó sarcásticamente.

Ojeo con gran interés los objetos: una cuerda un tanto rota, unos zapatos de escalar y por último, una pala.

Con esto no puedo hacer nada.

Amelia volvió a dirigir su vista hacia el público, quienes compartían el mismo sentimiento de asombro e intriga por la chica.

Si lo que quieren es un espectáculo, lo obtendrán.

Amelia se echó unos cuantos pasos hacia atrás, y empezó a correr hacia el muro. Su cabello comenzó a desatarse, y todo el público soltó un jadeo de sorpresa, incluso algunos se levantaron de sus asientos aturdidos.

Todos recorrían con la mirada la silueta de la chica mientras escalaba el muro con sus propias manos. Pero la mirada de un cierto azabache era aún más intensa que las demás.

Las manos de Amelia buscaban desesperadamente un agarre firme. El muro estaba desgastado, por lo que había varias entradas de rupturas en los muros. Varios agujeros en donde sus manos buscaban soporte.

Su cuerpo trabajó ágilmente, escalando rápidamente hasta llegar a la cima.

No pensaba que esto iba a ser tan difícil.

Amelia ya se encontraba cansada, y sus manos ardían por los raspones que se había hecho en el camino. Su cuerpo se volteó, pensando que esto ya había acabado.

Parece que no.

Amelia soltó un quejido, y se bajó de el muro lo más rápido que su cuerpo se lo permitía. Sin querer, su pie se resbaló de el agarre y cayó al suelo fuertemente a tan sólo un metro de llegar a el suelo.

No está mal, no está mal.

Esta vez, no eran cuchillos, sino una pistola.

THE LYING GAME. | Levi Ackerman x OC.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora