CAPÍTULO VEINTINUEVE

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Su beso me despierta, siendo la primera vez que mi cabeza deja de pensar, mi corazón comienza a latir rápido, cierro los ojos y disfruto el momento donde mi felicidad llena mi cuerpo, donde tengo un cosquilleo por dentro, la sensación es. Calienta, emerge de mi pecho y se extiende por todo mi cuerpo, por mis brazos y piernas hasta llegar a la punta de mis dedos.

—Te extrañé mucho Tirsa—sigue besándome

—Yo a ti  Will

En lugar de satisfacerme, los besos tienen el efecto contrario, aumentan la necesidad, toma mi mejilla con una mano y la otra recorre mi brazo hasta llegar a mi palma, baja hasta tocar mi pierna, mis manos rodean su cuello y cabello. Me pongo encima de él y coloco sus brazos en mi cintura y cuello, sus besos se vuelven más rápidos e intensos, me acerco a él y bajo mis manos por su abdomen, recorro por el borde de su camiseta y se la quito . Siento su abdomen marcado. Will me quita la camisa muy rápidamente y comienza a dejar sus besos por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Sus manos presionan mi trasero, haciéndome acercarme mucho más a él.

—Eric—jadeo.

—¿Qué estás diciendo, Tirsa?— Me dice con respiración entrecortada.

A él no le importa e intenta quitarme el sostén mientras me besa.

—Eric—digo entre jadeos cuando siento sus labios sobre mi piel desnuda.

Will se aleja y me mira extraño, reconozco lo que acaba de pasar y recuerdo que no es Eric.

—¿Por qué diablos dijiste Eric hace un momento?

Antes de que pudiéra responderle escuchamos pasos acercándose.

—Tal vez porque me vio llegar.

Giro y veo a Eric frente a nosotros, su mirada petrifica a Will y su cara es la de un asesino, viene a verme y comienza a revisar mi cuerpo, Will se da cuenta y me cubre.

—Nosotros simplemente…—Eric lo interrumpe, jalándolo del brazo, haciéndolo ponerse de pie.

—Serán sancionados y eso les bajará los puntos.

—No hay reglas que digan que no podemos besarnos o más

Eric lo golpea haciéndolo desmayarse, me alejo por impulso.

—¡Will!—Grito y corro en su dirección.

—Quédate donde estás— me sostiene por la cintura.—Increíble Tirsa, supuse que eras una chica que no sabía nada del corazón de otras personas y mira como robas tres a la vez.

—No sé de qué estás hablando, solo Will y yo

—Lo iban a hacer—su rostro no cambia—Créeme, si no hubieras dicho mi nombre, lo admito, habría matado a Will, me sentí engañado por la chica de la que me enamoré.

Intento vestirme pero Eric no me deja.

—Eric lo siento, no sé qué

—No lo digas, veamos si tus acciones hablan más que las palabras.

Movió sus labios sobre los míos, suavemente al principio y luego con mayor fuerza y entusiasmo. Ese beso suyo me excitó. Bajó sus manos a lo largo de mis brazos y caderas hasta llegar al dobladillo de mis jeans y comenzó a bajarlos, frotando mis piernas. Me derretí ante ese toque y la forma en que sus labios ardían contra mi boca.

Nos abrazamos sin dejar de besarnos. Sus manos y labios se apoderaron de mi cuerpo, provocando espasmos de fuego al menor contacto con la piel. La atracción física era genial, pero también me gustaba simplemente estar a su lado. y la forma en que me miraba, como si yo fuera la más sexy, la cosa más maravillosa del mundo.

—Tirsa, Tirsa—murmuró Eric como una letanía. Me gustó el sonido de mi nombre pronunciado por él—Eres solo para mí

—Siempre—susurré.
. . .

Empezamos a ponernos la ropa y Eric me susurra

—Si crees que con esto te perdono, estás equivocada—me da un beso en la mejilla y se va.

Sostengo a Will y lo llevo a los dormitorios, en el camino encontramos a Christina, Al y Tris encima de él, al vernos se acercan a nosotros.

—¿Pero qué le pasó?—Al pregunta, asombrado.

—Se estrello contra una pared del abismo, lo llevo a los dormitorios

—¿Es por eso que no está vestido?—dice Christina pregunta preocupada, girándose para mirarme—Esa camisa te queda grande, Tirsa.

—Estábamos jugando, con permiso.

Al me ayuda a poner a Will en su cama, Tris y Christina se van a dormir pero sin darme una mirada acusatoria, poco después Will se despierta y me ve.

—Oye, ¿qué pasó, Tirsa? Eric te lastimó—se sienta en su cama.

—No, no te preocupes—acaricié su mano.

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

—Un rato, como ves ya es muy tarde.

—¿Por qué no dormiste? Estamos alado

—No quise

Will se arrima hacia el lado de su cama y me hace un gesto para que me acueste a su lado, voy con él y me acuesto sobre su pecho.

—Necesitamos hablar de lo que pasó allí.

—Lose pero aún no—besa mi cabello y me abraza—es hora de dormir,te quiero Tirsa

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