C. Charles Leclerc.

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Charles

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Charles.

Sigo nervioso al pensar en las firmes manos del príncipe Carlos, en su cálida mirada y su porte tan impecable. No había estado tan nervioso antes, al imaginarlo aún mis mejillas se sonrojan.

Pero no me puedo permitir seguir imaginando cosas, eso fue una simple fachada de aquel hombre. Pienso que  es un tirano y no una buena persona como lo aparenta. No quiero seguir su juego, no lo apoyaré en su plan para ser rey. Tengo tantas dudas de si seguir a mi corazón o mi cabeza.

Aunque estoy cautivado por Carlos, pero... En parte decepcionado porque ha abusado del pueblo y ha usado a la gente sólo para su propio beneficio,
claro. Tengo dudas sobre la humanidad del príncipe y no quisiera corresponderle por miedo a ser lastimado.

Es por ese motivo que salí corriendo como un cobarde ante su atrevimiento por querer besarme, cualquiera hubiera dado lo que sea por estar en mi lugar, pero no entienden las verdaderas razones de ese tal príncipe Carlos.

— Ya hiciste mucho por mí y tus hermanos, Charles.— Sus palabras son interrumpidas por la severa tos que la ataca cada vez más.— Deberías ir a divertirte.— Trata de sonreírme a pesar de su dolor.— ¿Por qué no vas y después me vienes a contar qué tal bailaste?.

No quiero ver al principe Carlos y que vuelva a tratar de besarme..¿O si?

— No tengo muchas ganas, tal vez la próxima semana. Ahora quiero estar contigo.— Me acerqué y deje un par de besos en su mejilla.

Ella es tan gentil y dulce, me duele muchísimo que tenga que pasar por la agonía de su enfermedad, tener neumonía y sin recursos resulta una mala jugada. Debo trabajar y conseguir sacar las medicinas que necesita, así como alimentar a mis hermanos, todo es difícil pero siempre podemos seguir adelante, juntos.

— ¡Charles! Te busca un señor con caballo allá afuera. ¿Puedo subir mamá?.— Dice emocionado mi pequeño hermano, cuando mamá niega con la cabeza el se pone triste y va a sentarse de nueva cuenta al pequeño sillón junto a mis demás hermanos.

Me encamino a la puerta y el mensajero del castillo me hace entrega de un adorno floral.

— Buenas tardes, joven Leclerc. Sea bien recibido este presente por parte de la realeza.— Me ofreció el adorno pero no lo tomé, solo tomé la carta encima de las hermosas flores.

“ Reciba un cordial presente por parte de Carlos Sainz, príncipe del castillo. Me ha encantado conocerte, dame la oportunidad de verte una vez más.”

Leí una fina escritura, parece ser escrita por el príncipe. Un tono rojizo subió por mis mejillas.

— N-no puedo aceptarlas, le agradezco a usted y al príncipe Carlos, no pretendo ofenderlos.— Hice una reverencia y cerré la puerta con el corazón palpitando a mil.

— ¿Quién era, cielo?.— Dice débilmente mi mamá. Yo limpio el sudor de mis manos en la tela de mi camisa y camino de vuelta al cuarto.

— Nadie, solo los feudales pidiendo cuentas de nuevo.

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