C. Matrimonio.

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La adrenalina de la batalla comienza a correr por sus venas, así como el deseo incontrolable de confesar su amor. El camino al hogar de Charles ya parece cálido al saber que al final de éste se encontrará con las risas infantiles de lo que parecen ser sus hermanos y que lo recibirán esos ojos esmeraldas tan brillantes.

Toca un par de veces y de inmediato sale Charles, abrazando al príncipe fuertemente, empieza a acostumbrarse a los abrazos inesperados y asfixiables.

Su corazón rebosa de amor por el plebeyo, pero también miedo de perderlo para siempre. Es posible que esta sea su última oportunidad para hacerle saber cuán importante es para él. La emoción y la nerviosidad se reflejan en sus ojos. No sabe qué decir, pero debe confesar su amor.

— Charles... —Con voz ronca y temblorosa, comienza a hablar.— He venido para decirte algo importante.

Toma sus manos, sudando ante el miedo de ser rechazado y el deseo del amor. Charles lo miró fijamente, sus ojos esmeraldas reflejan la duda y el amor, así como el dolor, las lágrimas no tardaron en hacerse presentes.

— Desde que te vi por primera vez, mi corazón se llenó de felicidad, entendí muchas cosas con tu compañía y...

— Basta.. — Susurra Charles interrumpiendo.

— He estado enamorándome de ti, no hay día y noche que desee estar junto a ti, quisiera que permanezcas a mi lado..— Continúa el príncipe con algo de prisa.

— ¡No soy lo que tú eres! No soy parte de tu mundo.— Lo mira con ojos brillantes y labios temblando.— No quiero pertenecer ahí, convertirme en algo que siempre odié sería algo inaceptable. Lo siento.

— Estoy muy confundido.— Suelta suavemente sus manos retrocediendo un poco mirando al piso, niega con la cabeza y pone una mano sobre su boca frotándose furioso.— ¿No quieres estar conmigo?.

Pregunta devastado y Charles deja salir rebeldes lágrimas.

— No puedo...— Susurra apenado.

El contrario queda en silencio, pensante y lastimado. Parece estar eligiendo las palabras adecuadas, pues no es alguien que le guste actuar por impulso, eso lo caracteriza.

En sus ojos se puede ver la determinación, aún no ha aceptado la realidad de que su amor ha sido rechazado. El príncipe vuelve a acercarse, parece estar batiendo sus pestañas para evitar derramar alguna lágrima amarga.

— No puedo obligarte a amarme. Solo quiero que sepas mis sentimientos.— Charles niega con la cabeza cansado de llorar, le apena haber lastimado al príncipe.  — Lo siento, sé que no es lo que querías escuchar. Solo quiero que sepas lo mucho que me importas.— Dice con voz ronca.

— Lo sé, y te agradezco por tus palabras, lamento mucho no poder corresponderte.

El príncipe sonríe con amargura. Con pasos cortos se acerca y baja un poco su rostro para dar un casto beso en la comisura de sus finos labios, saboreando la piel salada por las lágrimas y fría por la tristeza. Se queda ahí asegurándose de no olvidar el suave aroma de Charles.

Y para no lastimar más su aplastado corazón, se va sin voltear atrás. Tan sólo sube a su caballo, ajusta su armadura y pone en marcha su camino para reincorporarse con los demás guerreros. Será un fin de semana largo.

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