La vuelta al instituto ha sido toda una tortura, no he conseguido que Robert me perdone y después de todos los días que he faltado no me extraña que me haya dejado completamente sola, justo como debería de haber sido si él no se hubiese acercado a mi aquel día.
Pero no voy a rendirme, él nunca dejó de hablarme aún cuando yo era una gilipollas con él en todo momento.
Es la hora del almuerzo y lo encuentro solo en la mesa donde siempre nos sentamos, con precaución me siento a su lado y le ofrezco uno de esos donuts que siempre está comiendo.
—Gracias —dice, pero sin coger el bollo, lo deja en el plato tal cual yo lo he traído.
—Lo siento —suspiro—. Sé que he sido una amiga de mierda y entiendo que no quieras hablarme, solo quería que supieras qué, a pesar de todo, me caes bien y no quiero que estemos peleados. Te compensaré por todo.
Suelto todo mi sermón esperando a que diga algo, pero los minutos pasan y el silencio se apodera de nosotros. El timbre suena y viendo que no va a cambiar de idea me levanto, cojo mis cosas y salgo por la puerta.
No es hasta que estoy a punto de entrar a mi próxima clase (la misma que comparto con él) que me sujetan por el hombro y me detienen. Me sobresalto por el agarre que no me esperaba y me giro de golpe chocándome así con el pecho de Robert.
Una sonrisa arrogante se dibuja en su rostro.
—Sáltate esta clase y ven conmigo.
Frunzo el ceño ante su petición.
—He faltado demasiados días estas últimas semanas, no puedo perder más clases —aclaro.
—Entonces no te importo tanto cómo quieres hacerme creer.
—No es eso, es solo que... ¡Argh! Está bien —concedo—. Vamos a la cafetería y nos ponemos al día.
Su sonrisa crece y los dos volvemos por donde hemos venido.
—Espera que voy a la taquilla a dejar esto.
El asiente y me acompaña ¿si ya no voy a necesitar los libros para que voy a pasearlos por todo el instituto? Abro la taquilla y una nota cae a mis pies.
Un papel amarillo, intento tragar saliva, pero el nudo que tengo en la garganta es tanto que ni la saliva me pasa, veo como es Robert quien lo recoge del suelo y me lo da.
—Toma —me dice.
Agarro con fuerza el papelito. La expresión de mi cara debe de estar desencajada por como habla Robert ahora.
—¿Qué pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma.
—Nada... es solo que... no me esperaba que volviera a suceder —digo esto en un tono de voz tan bajo que daba por hecho que solo lo oiría yo, pero parece ser que también lo ha escuchado mi amigo.
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Distrito 24
RomanceForzada a mudarse al barrio más peligroso de la ciudad, Aria se encuentra fuera de su zona de confort, enfrentando un mundo de crimen y peligro donde debe valerse de su ingenio para sobrevivir. Allí conoce a Rick, un traficante atractivo y enigmáti...