Capitulo 9
Las únicas palabras que salen de mi boca son estas:
—¿Por qué haces estás cosas por mí? —mi voz se descompone soltando a penas un susurro.
En mi interior reina la incertidumbre, algo entre nosotros había pasado mientras el vigilaba a mi madre, algo muy fuerte. Tanto para que Diego no dudara en hacer algo tan grande y tan peligroso como un juramento.
Lo miro con perplejidad, sin poder creerlo.
—Cada vez que hablamos me dejas con más preguntas que respuestas -sigo hablando.
Diego se aleja, se pasa ambas manos por el pelo, mirando a otra cosa que no fuera yo. Se ha quedado sin una respuesta, eso me está dando la razón.
Me pongo de pie, sonriendo sutilmente.
—Vamos a dejarlo así, me estás callendo bien y no quiero más peleas, Dieguito —le guiño un ojo, pasando por su lado y coloco mi mano sobre la manija de la puerta, dándole la espalda. Frunzo el ceño-... ¿Qué...? ¿te sientes confundido? ¿por qué?
Él levanta la cabeza y me dedica una mirada de soslayo.
—Maldita conexión de mierda —maldice en voz alta.
Yo me río por lo bajo.
—Ahora no puedes mentirme —le hago saber-. Porque lo descubriré.
Diego avanza a un lado mío, apoyando la espalda en la puerta. No sonríe, pero con su mirada lo dice todo.
—¿Qué? —le pregunto.
Niega con la cabeza, sin apartar la vista de mí. Levanta la comisura derecha de su labio.
—Me parece extraño que no me hayas preguntado sobre nuestra "conexión" —enarca una ceja, sin borrar su sonrisa ridículamente despampanante. ¿Acaso había algo que no fuera atractivo en él?— Es una historia interesante.
—¿Qué tanto? —pregunto, confusa, y el tono de mi voz sale arrastrado.
Diego pronuncia más su sonrisa y el destello de picardía resplandece más en su mirada.
No me gusta esa mirada.
No me gusta como va esto.
Entonces, decide en este momento tan preciso, para sujetarme del cuello bruscamente, sin nada de dulzura, colocándome contra la puerta ocasionando un sonido seco contra la misma al chocar con mi espalda. Sus ojos grises se tornan más oscuros e intensos, acerca su rostro al mío mirándome fijamente. Tiene una sonrisa algo tensa, como si estuviera fascinado y a la vez le daba un aire macabro.
¿Fascinado? ¿Fascinado de qué? ¿De mí?
—Lo suficiente para ser mi favorita —responde en un tono bajo.
Mis piernas tiemblan tanto que siento que lo único que me mantiene en pie es el agarre de Diego en mi cuello. Mi corazón da un salto y el de Diego también.
No aguanta la distancia, sus manos piden tocarme y sus labios piden estar sobre los míos. También sigue maldicéndose porque sabe que yo sé lo que él está sintiendo, para mí desgracia yo también me siento igual.
Sin embargo, no deja lo necio y sigue luchando internamente contra ese sentimiento que sale a relucir cuando está conmigo. Sí, le ha pasado varias veces, el cosquilleo que recorre mi cuerpo cuando estamos cerca me es transmitido por él.