Capitulo 11

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CAPITULO 11


Estoy corriendo por el bosque descalza, y las astillas se me entierran en los pies pero no desaceleran el paso, sigo corriendo como mi vida dependiera de ello.

Me detengo de bruces en un puente roto por la mitad, y me encuentro rodeada de niebla espesa y el frío se apodera de mi cuerpo amenazando con congelarme los huesos.

Me quedo mirando el vacío cuando escucho cadenas arrastrarse, llevándose piedras y ramas que se encuentran en el suelo, siento un impulso de saltar al vacío cuando unas manos me tocan los hombros  y siento el frío del hierro de las cadenas en mi cuello.

Grito con la poca fuerza que me queda, poniendo un pie fuera, pero apenas me impulso cuando me jalan y me voltean bruscamente.

Encontrándome con unos ojos inyectados de sangre y una figura muy familiar, que me perseguirá en los sueños y cada vez que cierre los ojos.

Sigo gritando y la cosa me grita también, sacudiendome como si fuera una muñeca de trapo sin vida...

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!

El grito resuena en la habitación, y yo abro los ojos de golpe observando unos ojos horribles y rojos en frente de mi cara.

Mi primer impulso es alzar el brazo bofetear a la figura en frente de mi con tanta fuerza que me deja doliendo el brazo por tan repentino movimiento.

La habitación está oscura y no puedo ver nada, trato de levantarme lo más rápido posible pero unas cadenas jalan de mi muñeca limitándome el alcance.

La figura suelta un quejido de molestia. Me quedo estática con las manos tapándome la boca, sorprendida, cuando alguien enciende una luz y todo se ilumina, permitiéndome reconocer el lugar: mi habitación.

Casi suspiro aliviada cuando, dando gracias que solo era una pesadilla.

Evan está al lado del interruptor junto a la puerta, y yo sobre mi cama, arrodillada, con la vista fija en la persona, que casi me genera igual de miedo que el fantasma de mi pesadilla. Casi.

Diego me dedica una mirada de fastidio y enojo mezclados. Su mejilla está un poquito rojiza por la bofetada, eso significa solo dos cosas:

1. Que tenía la guardia baja cuando recibió el golpe.

2. Que de verdad lo golpeé con tanta fuerza que le causé dolor.

Sonrío para mis adentros porque quiero pensar que fué la segunda.

Frunzo el ceño al sentir nuevamente la cadena en mis brazo, causando un calos frío rememorando lo que pasó...

Esperen, esperen.

Miro hacia la ventana y es de noche.

Evan se me acerca con cara de preocupación, mientras Diego se levanta mirándome fijamente.

Lo ignoro. No quiero reclamos y él no tiene cara de querer "hablar pacíficamente como personas civilizadas que somos".

—¿Qué me pasó, Evan? —le pregunto directamente.

Él se sube en la cama, quedando a mi altura, tomándome el rostro entre sus manos analizando cada fracción de mi rostro.

—Te desmayaste, Hela —me explica revisándome los brazos, relajando el rostro cuando no encuentra ninguna herida. Yo también me alivio, la verdad—. Dormiste veintiséis horas seguidas, las cuales tenías pesadillas y caminabas dormida, por eso la cadena.

Vampiros [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora