Capitulo 8

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Capitulo 8



Erick sonríe de lado, luego sus pies dejan de tocar el piso para flotar en el aire. De un movimiento rápido desaparece de mi vista, diviso débilmente una masa de aire que pasa fugazmente haciendo que mi pelo se sacuda por el viento, ese es Erick.

Me quedo boquiabierta viendo aparecer y desaparecer por los libreros, revisando cada zona. En ese momento me sentí inútil allí parada, tenía que ayudarlo de alguna manera.

Erick me dijo que Mundo pudo salir por su propia voluntad, que por eso la barrera cedió y lo dejó salir sin que nadie supiera.

Agarro una escalera que tengo al lado, me subo y empiezo a subir para colaborar en algo, no es mucho pero es algo.

Susurro cuando llego casi al final del librero.

—¿Mundo? —miro a todos lados—. Mundo, ¿Estás aquí? ¿Mund...?

Me quedo mirando un rincón Aldo escondido al final del librero pegado en la pared, subo otra tabla para tener mejor vista, y es allí... Una especie de otro piso sobre el librero.

Bajo de la escalera rápidamente, muevo la escalera más al fondo donde está el librero y subo. Sin asomarme, me tumbo al pequeño piso, sin mirar hacia abajo, el librero era el más grande de todos y me daba miedito ver la diferencia de altura.

Boto todo el aire acumulado en los pulmones, apoyada de rodillas y manos. Mi alivio termina cuando veo unos zapatos negros a un metro de mi cara.

Siento como esa persona se agacha un poco y emite una risa despectiva.

—Huelo a problemas —habla la persona y solo con eso me hace apretar los dientes.

Algo me decía que estaba cerca, desde que empecé a subir la escalera había sentido a mi corazón dar un brinco, pero lo confundí por el miedo.

Levanto la cara y ya está sentado en una ventana en forma de círculo al final de la pared... Con la sábana blanca entre sus asquerosas manos.

Su semblante es serio aunque se la pasa tirando comentarios sarcásticos a la gente.

—¿Buscabas esto, Hel? —le echa una oleada—. Huele a tí y a problemas, amo esa combinación.

Lo miro con el ceño fruncido.

—¿Podrías solo dármelo, y ya? ¿Sin tanto drama? —murmuro, cansada.

Se baja de la ventana de un salto y cae al suelo de pie de una manera habilidosa y natural. Yo una vez traté de hacer lo mismo y me raspé los brazos. 

Diego no aparta los ojos de la sábana.

—Es mejor que me lo vean a mi que a tí, no me harían nada —murmura mientras la dobla.

Enarco una ceja, confusa.

—¿Vas a... ayudarme? —digo lentamente.

Él se encoge de hombros, restándole importancia.

—Ya lo eh hecho antes, no tienes porqué sorprenderte —me recuerda.

—¿Tú... sabes lo que... —señalo la sábana—... estaba allí?

—Ya lo había visto en tú habitación.

Oh, mi habitación...

Vampiros [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora