¡ veinticinco !

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—Creo que eso no salió como esperabas.

Fue lo primero que dijo Minho al atravesar la puerta del departamento. Seguido por un enojado Jisung que estaba al borde de los gritos. Felix soltó una suave risa y Chris no dijo absolutamente nada. 

—Todavía no sé que hacemos acá —musitó Bang pasado un rato, tomando asiento en el sillón de la sala.

—Ustedes nos siguieron —respondió Minho, mirando al mayor fijamente. Tenía la leve sospecha de que no le agradaba mucho, más allá de todo lo que hacía por su hermano—. Seguro Sunny quiere que te vayas.

Felix lo miró levantando una ceja.

—¿Por qué mi mejor amigo querria echarme de su casa? 

—Desconozco, no es mi mejor amigo. Es mi novio, y no va a echarme.

—Bien, dejemos eso ahí —la aparición de Jisung fue extremadamente necesaria, intentando calmar las aguas entre las dos personas que apreciaba—. Eso se fue de las manos. 

Minho le entregó a Christopher una última sonrisa maliciosa y volcó su atención a un tópico completamente diferente, lo que fue prepararle una chocolatada a su hermanito.

Una vez ambos hermanos gatunos estaban en la cocina, Chris inició la charla.

—Extraño que sea un gato y no pueda hablarnos.

—A mí me gusta hablar con él —contestó Jisung, sentándose junto a su amigo y observando el piso—. Es bueno. 

—¿Y te gusta?

Jisung se encogió de hombros.

—Eso creo.

—Vaya noticia. Me alegro —musitó con sarcasmo, sin saber exactamente que decir—. Supongo que fue gracias a mí, ¿no? Me auto-saboteé.

—No digas estupideces...

—No es una estupidez —exclamó, girando su cuerpo para estar enfrentado a Han—. Yo te esperé.

—Nadie te obligó, Bang —Jisung comenzaba a enojarse, no le gustaba para nada el rumbo que tomaba la conersación—. No podes hacerme culpable por enamorarme de alguien que no seas vos. No fue mi decisión.

—Tampoco hiciste algo para enamorarte de mí.

—¡Somos mejores amigos! —exclamó Jisung con enfado— ¿Por qué no podes ver eso en mí?

Chris hizo silencio. Durante un largo, extremadamente largo rato. Lo adoraba, muchísimo. Era su mejor amigo, lo conocía hace años; y estaba dispuesto a asegurar que lo conocía como la palma de su mano. Jisung ni siquiera se atrevía a mirarlo, y el australiano entendía que había empujado sus límites más de lo que Han merecía. 

Golpeó el piso con sus pies durante unos minutos, tiempo en el que nadie dijo nada y los hermanos ni siquiera se atrevieron a aparecer. Quizás, sus recientes instintos gatunos los mantuvieron alejados del estúpido problema entre los amigos.

—Creo que voy a irme.

—¿Y Felix? —quiso saber Jisung.

—Viene conmigo, creo que la pasa bien.

Jisung asintió y se acercó a la puerta de entrada. 

—Lo siento —murmuró Chris, parándose detrás de él—. Sos mi mejor amigo. La persona más importante en mi vida.

—La persona más importante no puedo ser yo, Christopher —Jisung lo observó con determinación—. Ambos lo sabemos, ¿o no?

Chris cerró los ojos y asintió.

—Aún así te quiero.

—Yo también te quiero, muchísimo —Jisung sonrió, abrazándolo con suavidad—. Y somos mejores amigos. 

Los hermanos gatito aparecieron a los pocos segundos, listos para despedirse por el día. Los cuatro estaban cansados, indignados por la falta de respuestas a su enorme cantidad de preguntas y listos para ponerse sus pijamas y dormir.

Una vez Christopher y Felix se fueron, Minho abrazó suavemente a Jisung por la espalda,a poyando su mentón sobre el hombro.

—Te quiero.

Jisung sonrió, sin decir nada.



Minutos más tardes, ambos estaban acostados, mirando a Mashi correr insistentemente en su ruedita.

—¿Es aburrido ser un animal?

—No —respondió Minho—, es bastante normal, nada muy interesante, pero no aburrido. Es como ser un adolescente que vive de sus padres, falta al colegio y no tiene amigos. 

Jisung soltó una risita.

—Creo que a veces me gustaría ser un gato.

—A mi me gustó la experiencia, hubiese sido mucho mejor con vos. 

Jisung acarició el rostro de Minho con ternura. Su piel era suave y sus facciones delicadas. 

—Si hubiéramos sido gatitos juntos, hubiese pasado el día durmiendo a tu lado, muy acurrucado —admite Jisung.

—Eso es aburrido, muy aburrido. A mí me hubiese gustado darnos besitos de nariz.

Jisung soltó una risita.

—Ahora tabién podemos darnos besitos de nariz.

Los ojos de Minho no podían brillar más, sentía que su corazón palpitaba impulsado por una felicidad que nunca antes había sentido, una que tenía nombre y apellido, junto con unos ojitos grandotes que lo miraban con tanto amor que podría derretirse en ese mismo lugar.

Lo adoraba tanto, y le debía tantos agradecimientos. 

Recordaba lo mucho que le gustaba cuando iban al colegio, y lo triste que se sintió el día que aceptó que no podía seguir perdiendo tiempo de su vida buscando a alguien que se había esfumado como la niebla. 

Jisung era bellísimo, la persona más hermosa que vio en su vida entera, y el día que entró como un gato que apenas cabía en la palma de su mano en aquél departamento lujoso y decorado por un maníaco del orden, supo que el destino le había dado una segunda oportunidad.

Una que no desperdiciaría.

Frotaron las puntas de sus narices con delicadeza, apenas rozándose y riendo en el medio.

Jisung pensaba, que este era el amor que merecía. El que Minho estaba ofreciéndole.

—Me gustas muchísimo, Minho —susurró, apenas uniendo sus labios—. Muchísimo, muchísimo. Cambiaste mi vida.

El pelinaranja se sentía en las nubes. Pero un timbrazo inesperado lo hizo bajar de golpe.

¿Quién llamaría a la puerta a las cinco de la mañana?

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⏰ Última actualización: Mar 22 ⏰

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