SCAREDY CAT ━ MINSUNG

¡ ocho !

Jisung despertó cuando fuertes golpes sonaron en la puerta de entrada de su departamento. Su cabeza no entendía bien dónde estaba, pero al verse enredado entre las sábanas de su adorada cama sonrió para sí. A su lado, el gatito anaranjado dormía despatarrado, comenzando a ronronear casi al instante cuando las manos de Jisung acariciaron su pancita.

Los golpes en la puerta volvieron a oírse y Jisung no tuvo otra opción que levantarse a ver quien era la persona que osaba a interrumpir su adorado sueño. Antes de dejar la habitación, se aseguró de revisar que Mashi se encontrase en perfectas condiciones, y luego pasó por la cocina para ver la hora. Era ridículamente temprano, apenas unos minutos pasados de las seis de la mañana, por lo que aún tenía tiempo para desayunar, bañarse e ir al trabajo como si la noche por la que había pasado fuese completamente normal.

Se colocó un buzo que encontró sobre el respaldo del sillón para cubrir su torso y abrió la puerta mientras refregaba sus ojitos adormilados.

—¿Hola? 

Una mano tomó con fuerza la muñeca de Jisung, zarandeando su pequeño cuerpo contra el marco de la puerta. Fue ahí cuando lo notó, que la persona que había llegado desesperadamente a golpear la puerta de su departamento no era nada más y nada menos que Hyunjin. 

—Te extraño, Sung.

Jisung negó efusivamente e intentó soltarse del agarre que Hwang mantenía sobre él. 

—¿Podrías, por favor, soltarme? 

—No quiero soltarte, Sung. ¿Vamos a casa?

—Ya estoy en casa.

—Casa es conmigo, no este departamento horrible.

Jisung suspiró pesadamente, sin saber del todo que hacer en esa situación. Sentía el aliento de Hyunjin cada vez más cerca de su rostro y sólo sentía unas inminentes ganas de vomitas por el aroma a alcohol que tenía. Las cosas siempre eran así, Hyunjin tomaba hasta no estar consciente de sus acciones y buscaba a Jisung para recibir atención. 

—Voy a llamar a la policía si no te vas, Hyunjin.

El nombrado ladeó el rostro y formó un inocente puchero con sus labios.

—Nunca te dejaría hacer eso, amor.

 Jisung sintió asco y rechazo por el mote cariñoso, ese que tantas veces le había dicho al llegar de trabajar, mientras preparaba la cena, o en su oreja antes de dormir. Jisung había amado a Hyunjin con todas sus fuerzas, pero su corazón termino destrozado como un vidrio que se golpea contra el suelo.

—Por favor, andá a casa.

Hyunjin rodó los ojos, y el pequeño Jisung notó como el enojo comenzaba a apoderarse de él. El miedo creció en su cuerpo con rapidez, nunca estaba seguro de como reaccionaría Hwang. 

—¿Por qué querés que me vaya? ¿Hay alguien esperándote en la cama, Sung?

El nombrado negó con fuerza.

—No, no hay nadie.

—¿Estás seguro? Porque no me sorprendería que te hayas buscado a alguien que te la meta sin descanso.

Jisung jadeó, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. 

—No hay nadie, nunca hubo nadie más —murmuró avergonzado, sus mejillas rojizas al igual que sus ojos. Su corazón dolía.

—¿No estuviste con nadie desde que me dejaste? —preguntó sonriendo con sorna y recibiendo como respuesta una negación del menor— Debés estar tan apretado, Sung. ¿Por qué no vamos adentro y nos divertimos?