Capítulo 8 : Guías y cadenas

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Tal y como la ventisca invernal congeló su rostro esa sangrienta noche, Aphelios se despertaba muchas madrugadas con las mejillas humedecidas, lágrimas secas enfriaban su rostro con la primera brisa que entraba por la ventana. Como era costumbre, el chico se despertaba antes de que su alarma comenzara a sonar, en memoria muscular, alzo la mano unos segundos antes de que el sonido hiciera vibrar su celular, apagando la alarma al instante.

Aphelios suspiró frustrado limpiándose el rostro bruscamente con la palma de la mano, las pesadillas no hacían más que aumentar con los años, ocho años después de la muerte de sus padres, ocho años desde que tuvo que dejar atrás su más preciada amistad sin siquiera poder decir adiós.

Cuando asesinaron a sus padres, no se dio el tiempo de entender la situación, de cuestionar más allá. No pasó mucho tiempo antes de que comprendiera la emboscada que le habían preparado a su familia, buscando acorralar las opciones vitales de los mellizos, Alune había quedado en el lugar inmovilizada para atraer a Aphelios, haciendo que se enfoque en la supervivencia de su hermana, consiguieron encaminarlos hasta Diana. Aphelios se maldice cada día por haber recurrido a esa mujer, pensando que podría haberlos ayudado.

Fingiendo inocencia durante su primer año de estancia, ganándose la confianza de los mellizos tras auxiliar a Alune y continuar el entrenamiento de Aphelios. ¿Cuál era la trampa? Hacía mucho tiempo que Diana había vendido la vida de los mellizos a cambio de su propia libertad, la mujer era la amante de una de los pilares más altos de la familia Solari.

El día que le fue revelada la verdad, Aphelios maldecía en fuertes gritos nunca antes escuchados por su melliza, frustrado, hirviendo en ira al enterarse de la realidad. Siendo los ratones dentro de la misma trampa, los soldados Solari habían masacrado solo a los padres de los mellizos con el objetivo de dejar malherida a Alune para que el mellizo acudiera a la única persona que podría salvarles, habían esperado durante años para apoderarse de la mejor arma que estaban creando los últimos miembros del linaje Lunari.

Aphelios jamás creyó que podría sentir tanto odio hacia seres humanos, odiaba a la hermana de su Madre por haberles vendido de esa manera, detestaba a la líder de los Solari por crearles más fuertes cadenas alrededor de su cuello, aborrecía como ambas utilizaron a su propia hermana para como cebo humano, dejándola con problemas en una pierna para siempre como una amenaza de recuerdo constante. Sin más opciones, acorralados, los mellizos accedieron a trabajar para la familia Solari.

No fue sino hasta que ambos cumplieron veintitrés años que sus localizaciones dejaron de oscilar, siempre estaban mudándose de un lugar a otro debido a los requerimientos en distintas misiones y la vigilancia de miembros de la familia Solari, Leona les había permitido mudarse a un lugar fijo, en el centro de la ciudad capital de Jonia, tras ganarse su confianza, la mujer les dejo más libertad al no mantenerlos completamente vigilados, mientras que estos continuaran realizando las misiones, era lo más cercano a una pizca de libertad que recibirían los mellizos.

¿Libertad? Ni siquiera en sus sueños era libre, cada vez que sus balas o sus cuchillos eran manchados con sangre, sentía que una pesadilla más larga y cruda estaba por venir. Cada vez que algún recuerdo del Sett se colaba en su mente, otra pesadilla cruel le regalaba otra noche de insomnio. Aphelios entrecerraba los ojos mirando la pantalla de azulado fondo del celular mientras el brillo le cegaba parcialmente, se quedaba en silencio dentro de la helada habitación.

Su Tía había vendido a su propia familia, aún así, Aphelios sentía cierto resentimiento hacia sus progenitores, sabiendo que les entrenaban para también atacar de vuelta a la familia Solari cuando crecieran, obsesionados con el deseo de recuperar el antiguo poder de la descendencia Lunari, ocasionaron los eventos que guiaron a su muerte, ese factor no disminuía el odio que sentía hacia la hermana de su Madre, Diana solo había sido la última pieza en caer para iniciar el efecto dominó que terminó por acabar la vida de sus Padres y redirigir sus cadenas a una nueva dueña que le utilizaría como el arma que estaba entrenado para ser.

Beso carmesí  [SettPhel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora