El mundo era un lugar hermoso lleno de diversidad y nuevos lugares por conocer, al menos esa era la visión que la madre de Sett intentaba heredarle. Después de todo la mujer se había enamorado de un hombre de una raza completamente diferente a la de ella, una vastaya con un humano, una relación tabú por la cual recibieron bastantes reacciones negativas, pero la mujer siempre insistió en que el amor que se tenían mutuamente era lo único que importaba ante cualquier adversidad. Incluso cuando nació su hijo, la mujer vastaya jamás cedió ante los comentarios negativos e incluso agresivos, que le dedicaban, después de todo su esposo siempre había estado ahí para defenderlos.
Al menos así fue, hasta que Sett cumplió nueve años y su padre les abandono a su suerte, desapareciendo de la noche a la mañana dejando atrás solo una denigrante nota. Fue en ese momento que el pelirojo se dio cuenta de la discriminación que les esperaba, ahora que su Padre no estaba ahí para protegerlos, las situaciones comenzaron a escalar rápidamente con insultos y comentarios despectivos que prosiguieron a agresiones físicas, ataques de odio.
En la escuela tanto los niños vastaya como los humanos rechazaban al pelirojo, comenzando a excluirlo y agruparse para buscarle pelea. Por otro lado su Madre tampoco lo estaba llevando de manear sencilla, conseguir trabajo le era bastante difícil, recibiendo acoso laboral y comentarios discriminatorios donde sea que llegaba en esa ciudad, personas que le tenían rencor a su ex esposo ahora se desquitaban con ella por igual.
El siguiente año fue uno de los más duros que tuvieron en su vida, el dinero comenzaba a escasear al igual que las posibles ofertas laborales que la Madre de Settrigh podía encontrar en esa ciudad, sin mencionar las heridas de su hijo que le preocupaban cada día más, en un principio eran solo empujones o palabras hirientes pero en el último tiempo el acoso escolar que estaba recibiendo Sett era demasiado, el niño terminaba peleando casi todos los días, volviendo a casa con distintas heridas y moretones. Aun que salía victorioso de la mayoría de los encuentros, no era eso lo que le importaba a su Madre, ella no quería verle pelear así.
Con un nuevo año por delante, ante la falta de oportunidades, la mujer tomo la drástica decisión de aceptar un trabajo en una ciudad lejana, una región aislada, llegando casi hasta el otro extremo del país. La vastaya estaba profundamente preocupada por su hijo pero ya no les quedaba nada a lo que aferrarse aquí, Sett notando que su madre necesitaba un apoyo decidió no mirar atrás. Desde que se habían quedado solos, a pesar de ser un niño de once años, hacía todo lo posible para resistir y ayudar a su madre, deseaba crecer pronto para poder trabajar, por ahora solo se concentraba en resistir, preocupar a su madre lo menos posible. Sin pensarlo dos veces Sett accedió a irse con su madre, sin poner problemas ni resistencia, solo asegurándole que todo estaría bien.
Todo el lugar era bastante distinto, el mitad vastaya jamás había visto nieve antes desde donde venían, esta zona era mucho más helada. Sett era levemente hipnotizado por los copos de nieve que caían por la ventana del auto, el pequeño se entretenía notando como estos se derretían al entrar en contacto con el vehículo. Al notar como la institución escolar se comenzaba a divisar en el camino, el niño volteo a ver a su madre encontrando una mirada de preocupación materna que le apenaba.
- ¿Estas seguro de que estarás bien? - la mujer vastaya le hablaba a su hijo quien se encontraba en el asiento del copiloto, sin dejar de ver el camino.
- No te preocupes Ma, todo estará bien, solo ve a trabajar tranquila.- el pelirojo le sonreía energético a su madre intentando aligerar la angustia de su rostro.
- Bien... Intentaré llegar temprano, solo espérame aquí, no vayas a ningún lado, yo vendré por ti, ¿Entendido? - respondió suspirando un poco intentando no flaquear ante su propio hijo.
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Beso carmesí [SettPhel]
FanfictionEncadenado a vivir como asesinos tras haber nacido en la cuna de una familia de sicariato, Alune y Aphelios crecen alejados de los demás, solo la amistad de un extrovertido híbrido vastaya les ayuda a disfrutar la infancia en su día a día. ¿Por qué...