Capitulo 2

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Legada al Capitolio

Legada al Capitolio

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Al entrar en el tren, las lagrimas ya recorren mis mejillas a una velocidad rapidísima. Cash y Gloss me abrazan y me intentar reconfortar y animar, diciéndome que me sacarán vida de La Arena y que me ayudaran en todo y que alucinaré con el Capitolio, que me encantará. Pero no me creo nada, veo totalmente imposible ganar esos Juegos, matar a 23 niños.

Los ignoro a todos y Cash me indica donde esta mi habitación, me encierro en ella lo que queda de día. Cuando me llaman a cenar, ni siquiera salgo. Me niego a salir de allí, porque cuando salga significará ver a los demás y todo me recordará lo que he hecho, que por muy bueno que sea, como dice Cash, que me he ofrecido por mi mejor a miga, para que ni ella ni su familia sufre, no puedo olvidar, que la familia que va a sufrir va a ser la mía, que ella va a sufrir. Porque voy a morir.

Me quedo dormida en medio de un llanto. Cuando despierto, el reloj que se encuentra en mi mesilla indica que son las 3 de la mañana. Salgo de mi cuarto y voy al comedor, a esta hora no habrá nadie.

—¿A sobrado algo de la cena?— le pregunto a un avox que se encuentra limpiando los cristales del tren. El asiente.— ¿Me puedes traer un plato, de lo que sea?— vuelve a asentir. Poco después aparece 'por la puerta con un plato con pollo y algunas verduras—. Muchas Gracias.

Ceno tranquilamente en un silencio acogedor, cuando acabo, el avox recoge lo que he dejado y me siento en un sofá con una ventana al lado, observo el paisaje hasta que me entra el sueño. Vuelvo a mi habitación y esta vez me duermo tranquilamente sin llorar.

• • •

Me despierta Juliette Avery diciéndome que ya esta el desayuno servido, que si quiero puedo desayunar con ellos.

Me levanto y me doy una ducha, mucho más larga que las que me puedo dar en casa y me visto con un vestido amarillo con brillos dorados ajustado hasta la cintura y una vez en la cintura se suelta un poco, hasta las rodillas. Es sencillo, pero bonito.

Cuando llego a la mesa, ya están todos desayunando. Me siento al lado, del chico de mi distrito, lo conozco, es Alan Dabenford iba conmigo a clase en el Distrito 1, un chulo sin duda alguna. Delante tengo a Cash. Juliette esta en la punta, lejos de mi. Menos mal.

—Buenos días Aure.— Cash me sonríe

—Buenos días.

—Aureum, este es Alan Dabenford, tu compañero de distrito.

—Ya lo conozco Gloss, íbamos juntos a clase.

—Pues claro que sí, todos me conocen.

—La humildad no es lo tuyo no?

—La simpatía tampoco lo tuyo no?

DORADA | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora