Capitulo 11

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La Cornucopia

La Cornucopia

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Finnick

Me desperté y encontré a Aureum a mi lado que dormía plácidamente con la cabeza acurrucada en mi pecho, la observé durante unos minutos, esque era preciosa y a ella le habia prometido que no haria locuras si le pasaba algo, pero a mi mismo no podia prometermelo y es que no podria vivir din ella. Escuché unos ruidos tras la puerta y de pronto se abrió.

—Aureum, levántate, tienes que ir a...— Cashmere se cortó a sí misma cuando me vio observándola. Abrió la boca y miró a su hermana y como dormía sobre mi, frunció el ceño y me susurró:— Dile que se despierte y venga a desayunar y tú vete de aquí antes de que entre Gloss.— asentí y una vez que se hubo ido me propuse despertar a Aureum.

—Aureum, preciosa despierta— le susurraba mientras le acariciaba la mejilla.— Aureum vamos, despierta, no quiero que tu hermanp entre y nos pille asi, ya ha entrado tu hermana y me ha mirado con una mirada desadiante, Glosa quizas me artanca alguna parte de mi cuerpo y me gusta todo, se que a ti...— me corté cuando sentí que mi pecho temblaba, ¿Aureum estaba despierta y se estaba riendo?— ¿Perdona pero cuando tiempo llevas despierta?

—Desde que Cash ha entrado, ¿O quizás antes, cuando me observabas detenidamente como un acosador?.

—Persona pero yo no te he...— hice una pausa y recapacite—. Bueno en verdad si te miraba, eres preciosa.— ella enrojeció y escondió la cabeza más en mi pecho, pero la sacó en tres segundos y me miró, sonriendo.—¿En qué piensa esa cabezota loca?

—En que te quiero.

—Yo también te quiero.—me levanté de la cama y ella hizo lo mismo— gana esos juegos y vuelve conmigo, te estaré esperando.—dicho eso la besé y me dirigí hacia la terraza por la que había aparecido el día anterior.

—Adios Finn.— la escuché susurrar.

—Adios preciosa.

Dicho eso salí de la habitación para volver a la mía. Donde me esperaba Darya, sentada sobre mi cama.

—¿Donde has pasado la noche?

—No te importa, no tengo porqué darte explicaciones.

—As estado con la princesita, ¿Verdad?

—Te lo vuelvo a repetir, no te importa ni lo más mínimo.

—Una vez que estemos en la arena, me encargaré de que muera y de que tenga la muerte más lenta y dolorosa que los juegos hayan podido presenciar.

DORADA | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora