Mamá le decía a papá que hablar con los animales es un signo de estar loco. Él siempre lo hacía.
Puede que sí estuviese un poco loco, no cualquiera se va a vivir a bosque.
Y comienzo a creer que yo también estoy enloqueciendo.
—¿Está buena la trucha? —pregunto a Atlas.
Él, muy digno, me ignora mientras sigue degustando las truchas que preparé.
Desde hace tiempo que intento entablar conversa con el gato, pero él no parece ser muy hablador.
—¿Crees que a Raiden le gusta el pescado? —inquiero, arrugando la nariz por solo imaginar al rubio comiendo de nuevo en mi mesa.
Atlas termina su trucha, me mira con seriedad y comienza a lamer sus patitas de manera refinada. Eso me lo tomo como una respuesta.
—Cierto, nada de pescado —niego, levantando la mirada para contemplar muy seriamente el cielo estrellado.
Ya ha anochecido por completo y Raiden no ha llegado.
Atravesé una fase de impacto en la que me planteé seriamente quemar la casa y huir a la otra cabaña para que Raiden no me encuentre.
Luego llegué a la fase de resignación y comencé a arreglar la cabaña como si viniera a visitarme alguien de la realeza. De pronto, mis paredes llenas de plantas y los muebles viejos de la sala me parecieron horribles, pero los dejé a todos justo en su lugar.
Me coloqué mi mejor vestido tras tomar un muy largo baño en el lago, preparé un guiso delicioso para hacer unos pasteles de vegetales y acondicioné el sofá para que Raiden pueda utilizarlo para descansar.
Y ahora estoy en la fase ansiosa en la que, si Raiden no llega en los próximos cinco minutos, voy a reventarle el plato de pastelillos de vegetales en la cabeza.
—Como tu dueño me deje plantada por segunda vez, voy yo misma y le hago el favor a la gente que quiere matarlo —digo al gato.
Maúlla en respuesta, como si estuviera de acuerdo, y procede a acurrucarse a mi lado, en el suelo, acobijándose con la abundante tela de mi vestido.
Me pregunto quién querrá hacerle daño a Raiden.
Recuerdo que era un poco exasperante y preguntón, pero no era tan irritante al punto de querer asesinarlo.
¿Habrá hecho algo malo? No puedo imaginarme a Raiden cometiendo algo de gravedad. El chico era incapaz de hacerle daño a cualquier cosa.
Pero pudo haber cambiado.
Creo que esa es la idea que me tiene más aterrada. Imaginar a un Raiden cambiado con conductas y aspecto diferentes me tiene muy intranquila.
Un maullido alto y sonoro hace que quite mi vista de las estrellas y la baje para poder ver a Atlas.
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Lágrimas de Inmortalidad
Teen FictionGrizel, guardiana del bosque Gris, lo ha perdido todo menos su vida. Y ella odia estar viva. Después de vivir más de cuatrocientos años ha llegado a la conclusión que no puede morir. Y sus intentos de suicidio le han dejado en claro que tampoco pued...