O4. Aventura

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Me cuesta recordar muchas cosas sobre mi infancia

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Me cuesta recordar muchas cosas sobre mi infancia. Es como si hubiesen recortado una parte de mi memoria.

Pero hay una cosa de la que me acuerdo claramente: las tormentas de invierno.

Siempre hay tormentas de nieve en invierno, y este invierno no fue la excepción. Pero me sentí un poco más tranquila al momento de tratar con ellas.

Tengo toda una vida lidiando con tormentas y cosas peores. No es nada del otro mundo.

Actualmente, las nevadas han cesado y varias capas de nieve se han derretido. Algunos árboles han comenzado a recuperar sus hojas y el cielo comienza a despejarse, dejando que el sol se asome para calentar la tierra.

Reviso que la vestimenta que he escogido para hoy está bien acomodada sobre mi cuerpo, agarro el bolso que preparé junto a la puerta y me hago del bastón de roble. Salgo de la cabaña y me trazo un camino muy diferente al que estoy acostumbrada a seguir.

El invierno siempre se siente bastante solitario. Pero este invierno no fue tan solitario. No lo sentí así.

Las visitas y preguntas imprudentes de Raiden me hicieron pensar en varias cosas. Pensar en mis padres más concretamente.

En el transcurso del invierno, me coloqué a hurgar en las cajas viejas del sótano. Al inicio me aterraba enfrentarme al pasado, es doloroso ver hacia atrás y saber que no podrás volver a ese momento por más que quiera. Pero ignoré ese miedo, y me sentí satisfecha al ver las memorias que hice con mis padres.

Lloré un poco. Mucho para mi gusto. Tenía tiempo sin llorar. Extrañamente, se sintió un poco liberador.

Lo que más encontré en las cajas, fueron viejas pinturas.

En todas salía yo. Una versión mía de doce a quince años jugando en invierno. Hacía ángeles y muñecos de nieve.

También estaba el lago congelado.

En las pinturas, estaba yo en el lago, patinando con mi padre. Me veía muy feliz. Estar allí, con mis padres, me hacía muy feliz.

Dejé de visitar el lugar cuando ellos murieron.

Quizás sea la nostalgia lo que me motiva, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea visitar el lago.

No pienso retomar el patinaje sobre el hielo. Mi visita hoy tiene otro motivo.

Me detengo cuando veo que el lago congelado se despliega ante mis ojos. Está un poco cambiado, creo que más pequeño, pero sigue siendo igual de hermoso.

Saco una manta del bolso y la extiendo sobre una superficie cerca del lago, sobre la nieve.

También saco uno de los centenares de blocks vacíos que dejó mi madre atrás cuando murió, un par de carboncillos y creyones de colores de madera.

Acomodo todo sobre la manta y yo misma me abalanzo sobre la manta, la cual ya está un poco húmeda por la nieve, pero no le tomo importancia a eso.

Contemplo el paisaje, no solo el lago congelado, sino también las pequeñas colinas de nieve que se forman a los alrededores, los árboles con algunas de sus hojas, ardillitas saliendo de los interiores de los mismos y gotas congeladas a medio camino que comenzaron a caer de las ramas de los árboles. El contraste que hace el sol entre las nubes al reflejar en la nieve, le da un aspecto escarchado, casi mágico, a esta zona del bosque.

Lágrimas de InmortalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora