Especial de navidad

50 7 47
                                    

24 | Diciembre | 2006

—Bien, ya estamos aquí, ahora solo tenemos que buscar la forma de entrar sin que nadie nos vea, esa es la parte del plan que me faltaba, ¿te acuerdas de que te comenté-

—¡¿Me estás diciendo que falta la parte fundamental de este plan suicida que me estás haciendo seguir?! April grita, acomodándose con rabia el incómodo traje de Santa Claus que Aslan insistió en que debían usar.

—Yo diría que la parte fundamental son los regalos, y esos ya los tenemos. —Aslan sonríe con falsa inocencia, y April se pregunta varias cosas mientras intenta mantener la calma, por ejemplo: ¿Cómo es que terminó casada con ese hombre de forma voluntaria? O ¿Cómo Aslan se las arregló para verse bien incluso estando disfrazado de Santa Claus? Con barba blanca incluida.

—Claro, ¡ahora solo falta descubrir cómo vamos a irrumpir en las casas de nuestras variantes!

—No grites, mi amor, van a descubrirnos.

Mirándolo en retrospectiva, quizás ella misma es la culpable de que en ese instante se encuentren escondidos tras unos arbustos en la casa de una de sus variantes, de haber sabido que contarle a Aslan acerca de que durante su infancia nunca recibió un regalo de navidad terminaría así, entonces no habría abierto su bocota en primer lugar.

Pero ya es tarde para eso, Aslan la persuadió de seguir su plan, y después de un exhaustivo día de compras buscando los regalos perfectos, la noche se ha apoderado de Highgate, las casas exhiben con orgullo sus decoraciones navideñas, el clima está helado, las familias celebran en la comodidad de sus hogares, y ellos están allí, a un paso de ir presos por invasión de propiedad privada. Otra vez.

—Yo creo que sí cabemos en la chimenea.

—No voy a meterme en una chimenea, Aslan.

—¿Entonces qué propones?

La casa en la que se encuentran, según la información proporcionada por Aslan, es la misma a en la que alguna vez vivió; lo cual es un punto a favor, en caso de que tengan que huir o esconderse, el hombre ya sabrá en donde pueden escabullirse, así que April no se preocupa por esa parte.

—Se supone que tus padres no están, ¿verdad? —Pregunta, mientras analiza toda la fachada de la casa, buscando alguna ventana abierta. Para su sorpresa, la casa es bastante grande, lo cual es otro punto a favor.

—Si es como en nuestra línea, se supone que sí. Todas las navidades ellos salían a cenar al mismo restaurante, era como una tradición o algo así. —April nota como la sonrisa de Aslan, antes emocionada, cambia sutilmente a una melancólica. —Ahora que lo pienso, la puerta trasera tiene el vidrio dañado, mi papá siempre decía que iba a arreglarlo y nunca lo hacía. Dudo mucho que en esta línea lo haya hecho.

—Bueno...—April suspira con resignación. —Es mejor que entrar por la chimenea.

Y así es como inicia su travesía, porque comprar regalos y disfrazarse de forma ridícula fue la parte fácil del plan, incluso saltarse la reja fue poco complicado a pesar de las nulas habilidades atléticas de los dos, así que ninguno imaginó que entrar por la ventana podría salir mal.

La cuestión es que, tampoco se imaginaron que, de hecho, el padre de Aslan sí arregló la dichosa ventana en esa línea temporal.

—¿Qué clase de padre tengo en esta línea? —Aslan se queja, medio golpeando la ventana en perfecto estado, nueva y reluciente.

—Uno que se preocupa por la seguridad de su hogar.

—Ay, por favor, si se preocupara por su hogar, no dejaría solo a su único hijo en la noche de navidad.

Espacio, tiempo y otros defectos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora